domingo, 16 de noviembre de 2014

Otra clase de amor

El infierno es un día como hoy. Es un extraño zumbido en los oídos; un abismo de pensamientos destructores. Despiertas atiborrado de valium para el dolor de huesos, un ligero temblor en las manos es suficiente signo para saber que la has vuelto a joder. De verdad. Todo ese esfuerzo para dejarlo, todos esos meses de sufrimiento y de temblores nocturnos. Afortunadamente el infierno tambien tiene sus límites. Te das cuenta en seguida que ya no puedes seguir cayendo; que has tocado finalmente el fondo. Es como si llegaras al consenso que has recorrido tanto por nada, tanto tiempo para terminar en ese abismo, incapaz de moverte, de hacer algo para aliviarlo. Excepto por ese muro de verdades catastróficas que se alza infranqueable; es un castigo repetir los errores. La verguenza es poderosa, te sumerge en la agonía de ver sin poder hacer nada. De sentir una y otra vez hasta que empiezas a llorar, a rogar, a rezar para detenerlo. Lo primero que pierdes es la fe. Y jamás te das cuenta que pierdes al final.

Con el tiempo te levantas. Intentas dar la vuelta, enmendar los errores, perdonar, perdonarte. Sin embargo descubres que el camino de vuelta es complicado, escarpado, lleno de recuerdos avergonzantes. No puedes, y esa es la única verdad. Entonces decides quedarte, te acostumbras a ese infierno [; esa es la razón por la cual los adictos "nunca" se reforman]. Valoras la idea de volver por ese camino hacia la luz, un camino difícil, llena de gente incrédula y cruel, de esa gente normal, o la idea de aceptarlo, de vivir con esa cruz, de ver ese muro una y otra vez hasta que te cansas un poco. La decisión es tan fácil. Aún así siempre hay gente que toma el camino de vuelta; lo malo es que no sirve de nada. Cuando vuelves todo se ha ido, todo lo que tenías ya no esta. No eres tú nunca más. Te deprimes, te aislas, rezas mucho. Entonces tienes que elegir otra vez entre el infierno o el suicidio. Es complicado. La idea de volver con una nueva marca, una nueva imagen para tu muro de las verdades, el proceso de acostumbrarte. [Es una caída eterna, dolorosa, qué si quieres volver a intentarlo.] Te pones ansioso, lloras, el corazón literalmente te tiembla. Estas solo. El suicidio, piensas, no es tan mala idea hasta que te das cuenta que la gente se suicida todo el tiempo, y ¿qué ha cambiado? Nada. La gente sigue siendo cruel, las parejas siguen jugando a que se quieren mientras se engañan en hoteles baratos, la gente sigue prometiéndose para-siempres que duran un mes. Completas la idea de que el suicidio como salida es inútil. Excepto cuando piensas que el suicidio no es la salida fácil, sino que el suicidio es un comportamiento, el medio correcto para olvidar, el camino para excluirse de este mundo ajeno. El problema es que no es así, no es tan sencillo aceptarlo. Tardas horas, días, semanas. Hay personas que llevan prometiendo suicidarse desde que tienen cinco años, mientras que hay otras que no necesitan más de diez segundos. Lo cierto es que los primeros son unos idiotas en potencia, y los segundos son simplemente idiotas. Por eso el suicidio, pensar en ello, requiere de un trabajo mental constante. Al pasar el tiempo te obsesionas, buscas la razón de ese comportamiento. Lo vuelves un estilo de vida; estás en todos los suicidios, tienes binoculares, equipos de alta tecnología. Grabas los instantes previos a la muerte. Lees las cartas que dejan, los mensajes, intentas comprender que lleva a algunos a finalmente realizarlo. Luego tienes habitaciones enteras con videos, fotografías, ropa, restos de sangre; se convierte en tu colección privada de porno. Vives, respiras y comes suicidio. Es un motor difícil de parar. Luego empiezas a pagar suicidas; los contratas, les das aliento, te vuelves su seguro de vida. La idea es estar más cerca, más intimamente relacionado. Quieres explorar el suicidio desde la perspectiva personal. Empatía. Hay algo, o debe haber algo que los impulsa finalmente a cortarse la garganta, a saltar de un edificio. A envenenarse.

Te despierta el sonido del mensaje entrante en facebook. Tres nuevos aspirantes. Todos jóvenes, todos con demasiada vitalidad para seguir viviendo. Les ofreces el contrato, lo aceptan, depositas el dinero y te vuelves a dormir. Luego estas en la primera escena. Un primer plano. La gente inconscientemente se agita por el entusiasmo. El suicida lo hace, se deja caer. Lo grabas, tiene los ojos tristes. Como si luego de haber dejado "la tierra" se hubiese arrepentido. Le ocurre todo el tiempo a los suicidas. Es como si en un sólo segundo comprendieran lo que es la vida; es un momento crucial. Pero tambien es muy tarde. Es como llevar ropa nueva y tratar de pasar un charco sin ensuciarte; no es posible. Una vez que saltas, te cortas, o el método que elijas, pasas a ser de otra categoría. No existen las personas reformadas. Es un cuento chino, y muy barato. Finalmente lo dejas, no es lo que esperabas. Concluyes que es un suicidio común y corriente. Necesitas algo más, algo catastrófico como un terremoto de nueve grados. Has llegado tan lejos y sin embargo cada vez parece más complicado. Escasean los suicidas. O el mensaje de que los suicidios no cambian nada está dando sus frutos. No vacilas, tu segundo suicidio del día es un poco más interesante. Clasificas, los que saltan son los menos decididos. Hay cierta esperanza en el hecho de que alguien te salve. Pero este es un corte directo al cuello. El consenso entre los suicidas es que es la forma más dificil, necesita de más habilidades. Los errores se ven todo el tiempo. Navajas sin filo, cuchillos mal colocados, bisturis demasiado finos. Las consecuencias también son otro punto en contra. Cuando se hace bien, es rápido e indoloro. Si se hace mal el suicida puede esperar horas para desangrarse, o puede que alguien escuche los gritos de dolor y se salve. Es lo que pasa en tu segundo suicidio. Suspiras. Consigues descansar un momento, te tomas una soda dietética mientras observas familias enteras disfrutando un domingo por la tarde. Te preguntas si la felicidad y el suicidio no son las dos caras de una misma monedad, un contraste menos artificial que el de la felicidad y la tristeza. Esperas por tu tercer suicidio, un sobreviviente; puede ser interesante. Los repetidores son interesantes. Como si en el proceso fallido hubiesen acumulado todo el conocimiento del campo, como si realmente hubiesen entendido el suicidio no como la salida fácil, sino como el comportamiento del que siempre hablas. Son suicidas inteligentes, terminan conociendo los límites, las superficies que cubren un acto tan poco conocido. Son una nueva categoría de homo sapiens, homo suicidals. Son, en realidad, la evolución de la especie humana, porque no son más que el resultado de la selección natural en su faceta mas salvaje. [Sin intervenciones de ningún tipo, como si hubiesen dejado al hombre en libertad y salvajismo y este se enfrentara a la necesidad de morir para demostrar que es inmortal. Mas o menos.]

Este último suicida eres tú. Es un camino extenso, es un infierno personal muy doloroso. La vida, tu vida, se ha llenado de culpa, rebosa en verguenza. Cosas que antes creías avergonzantes ahora simplemente te parecen ridículas. Las convenciones, las normas sociales. Eres más que eso. Estas a punto de superar esa barrera de la gente común. En esencia eres esa nueva especie de la que todos hablan cuando piensan en personas inteligentes. Has elegido la guillotina. Corte limpio, mecanismo renacentista infalible. Lo ves y te imaginas al Rey poniendo su cabeza ahí, resignado. El asesinato es algo diferente, pero es más sencillo. El suicidio es desconocido; tiemblas ante la idea de que esa guillotina falle como la primera vez. Te aseguras que el control remoto tiene las baterías puestas. Presionas el único botón rojo. La cuchilla baja como un rayo. Funciona mejor de lo que uno espera. Te preparas, fijas las cámaras en todos los ángulos, compruebas que todas funcionan, que el sistema de streaming esta conectado y funcionando. Lees los números pequeños aumentando en una pantalla de computador: 5 millones de personas. Es una ceremonia, un ritual. Te quitas los anteojos, das una última mirada al lugar, comienzas a temblar. Cinco millones de personas viendo ese momento. Hay apuestas. El temblor se incrementa a niveles poco tolerables, empiezas a sudar, a respirar con dificultad, algo en la mano empieza a molestarte, tus manos dejan de responder mientras tiemblan con mas violencia. Casi vas a colocarte en el lugar indicado, y ya el temblor es generalizado. No puedes controlarlo. Temes no poder apretar el botón, o apretarlo en el momento incorrecto. Te arrodillas, respiras mal, respiras miedo. El instinto de supervivencia, de salir corriendo de ahí, de desaparecer. Y entonces te das cuenta que esa es la razón: que uno elige suicidarse porque descubre que no tiene a donde ir en la tierra. Uno podría esperar que cambie la vida, pero nadie puede escapar. No hay donde ocultarse. No hay a donde correr. No existe ninguna otra forma más que el suicidio. Es un segundo. Ocho millones de personas. Aprietas ese botón.


sábado, 28 de septiembre de 2013

Mute

Me gustaría dejar ir esta fiebre repentina... este dolor extraño en las costillas. Dejar ir por un momento el tiempo, quedarme quieto mientras miro el fin de esta oscura vida. Tienes que estar metido en las putas drogas para empezar a ver lo que realmente importa. Yo antes era una buena persona; ahora hay algo en la manera en como me arrastro que podría no ser más que un síntoma del maldito síndrome de abstinencia pero que en realidad es dolor. Tienes que estar metido en la mierda esta, para saber que el dolor que sientes no es físico.

Nunca supe porque empecé, y he luchado durante años para evitar recordarlo. Pero [cada día es más dificil; siento esa necesidad de recordar furiosamente tus ojos verdes, tu estúpida belleza blanca. Quiero olvidar, pero estas ahí... a punto de tirar del gatillo, sonriendo; riéndote de mi incredulidad, de mis esperanzas. Algunas veces pienso que la razón de tu suicidio fueron yo y mis estúpidas reflexiones sobre la gente común, sobre mi certeza de no temer a la muerte pero si a la vida. Y entonces todo pasó, y dejaste de moverte y ... creo que yo también. Y deje de ser lo que quería ser.

Ahora, en realidad todo el tiempo, tengo miedo de seguir viviendo. Miedo de caminar en la única dirección que me aleja de tu recuerdo. Quiero volver y quedarme un segundo antes de que todo esto se fuera al traste, un segundo antes de engacharme realmente a las drogas duras...

Ojalá el dolor se desvaneciera... odio la fiebre delirante de los días post-cocaína. Odio el reto diario de intentar moverme en ninguna dirección dentro de esta habitación. Odio saber que han pasado ya muchos años y que sigo escribiendo como cuando tenía quince y aún estabas viva.

Un día de estos voy a quemarte a tí, y a este puto diario de mierda.

"El Diario de Metaverso" p. 234

domingo, 9 de septiembre de 2012

Cromosoma Z

Se ha creído erróneamente que lo que nos hace humanos es la inteligencia, de la cual se dice y defiende es el proceso psíquico superior más avanzado de la naturaleza. No en vano nos quemamos las cejas cada día intentando demostrar que realmente somos los más inteligentes; pero, ¿lo somos?. Un estudio señalaba que la inteligencia no era el distintivo humano por excelencia, la tienen incluso las amebas como característica esencial, sino la autodestrucción de él mismo a través de la destrucción de otro ser humano. De ahí que la actualmente famosa herramienta de «autoestima a través del sufrimiento ajeno» alias Facebook haya conseguido consolidar una vez más su «novedoso» modelo de negocio. Reportes recientes apuntan que Facebook esta cada vez más cerca de la comunidad como ninguna otra herramienta antes. El experto en el fenómeno A. N. Curtis señala que «es como la pobreza pero elevada a una potencia infinita; llega a cada rincón del mundo, bien como un sello de clase - en las pobres - o como una amenaza de clase - para los ricos -. Aunque, indistintamente, sirve para el mismo propósito». «Todos los que alguna vez han pertenecido a este complejo social reconocen que han sido felices durante su permanencia, y que volverían a repetir la experiencia de volver a necesitar verdadero y eficaz apoyo moral». Además como señala el mismo Curtis «pensar que esto se acabará pronto es un poco tonto; cuando llegue ese día, lloverán manzanas» y termina «no sólo es un problema de autoestima sino de personas que no tienen mucha idea de que va la vida».

Conocido coloquialmente como el «muro divino», el modelo Facebook, dicen sus más fieles usuarios, ha encontrado el equilibrio natural entre la democracia y el comunismo. Desde los primitivos «likes» hasta los actuales «estas-como-para» cada persona en Facebook puede lograr la felicidad absoluta si ese es su fin. Según la propia compañía el modelo de negocio asegura que el usuario pueda encontrar al ser humano inmediatamente inferior a él y por extensión a todos los demás debajo de ese último usuario e inmediatamente pasar a ser el vértice de la pirámide moral alimenticia. Desde esta posición, añaden, el usuario es capaz de interactuar con los inferiores a él a través de tres herramientas principales, la comparación, la asignación de defectos y el bullying. Todo ello en un ambiente totalmente dinámico. No limitándose a las imágenes, videos y actualizaciones vía texto sino haciendo uso de las últimas actualizaciones que la compañía ha presentado en el evento mundial «La gran convención Facebook y por que odiamos a Curtis». De ellas destaca el Fancy Party, de la que un usuario, notablemente feliz, ha dicho «es lo más estupendo que una compañía ha creado, no sólo puedo ahora ser superior virtualmente sino también en la vida real; hasta hace unos años me sentía lo peor de la tierra, era infeliz y no tenía un sólo amigo. Había tratado de suicidarme seis veces antes que la primera invitación a la beta de Facebook llegara. Y ahora, mírame, tengo millones de amigos. Se lo recomiendo a todos». Sobre esto, Curtis en el prólogo de la edición dos millones de esta revista en su edición en papel dice «Se le hace creer que el paraíso esta en la tierra, pero no se le hace notar que el sistema tiene un error, que siempre hay alguien que no podrá encontrar alguien inferior a él.» «De hecho el sistema es tan falso que la elección de los inferiores a alguien es totalmente arbitraria; pero realmente ese no es el problema».

¿Es entonces Facebook el mecanismo de felicidad por excelencia?. La representante de la compañía Dorkaz Microsoft dice que «al contrario de las opiniones de ciertos expertos, Facebook no sólo ha demostrado que es capaz de brindar la felicidad que muchas personas requieren y necesitan para seguir viviendo, sino que aquellas que aparentemente son felices también han encontrado un lugar para incrementar exponencialmente esa felicidad; deberían reconocer que hemos evitado los suicidios». A la pregunta de que opina sobre el señor Curtis ha respondido elocuentemente «Gilipollas». Sin embargo los últimos análisis de compañías independientes como Mass-Suicide han señalado que las tasas de suicidios se incrementaron alarmantemente en un 300% desde el inicio de las operaciones de la red social. «Curiosamente se trata de personas por debajo de las pirámides estándar; personas con defectos no-corregibles por cirugía y con ciertas limitantes como la timidez, la pasión por la lectura o la búsqueda de libertad; es preocupante».

A su turno el autor de «Ensayo sobre Facebook o porqué somos todos gilipollas» A. N. Curtis, ha señalado sobre el modelo de negocio de la compañía «desde el momento que empiezas a creer que esta bien esta mal». A la pregunta de si se refiere al capítulo Infelicidad Colectiva de su libro responde «cuando se parte del supuesto de que alguien será feliz si y sólo si está por encima de alguien ocurren dos cosas, o que estás colocado arriba de la pirámide general o estas debajo de toda la pirámide; los niveles intermedios son una farsa, ahí sólo hay infelicidad.» Y concluye «al final no parece que seamos los más inteligentes después de todo.»

Finalmente aunque apoyemos abiertamente la postura del señor A. N. Curtis (¡Tenemos todos sus libros!) debemos señalar que en Cromosoma Z no tenemos ningún conflicto de intereses al escribir este artículo. Somos un medio independiente preocupado por la naturaleza del éxito del que es víctima Facebook, y por ser de interés mundial tratamos de cubrir lo más que podamos. Por lo que los invitamos a seguir confiando en nosotros, y no olvide comprar la suscripción por diez años pinchando el link junto al icono Facebook. Por cierto síganos, y conviértase en nuestro amigo número diez millones.









[Seis meses después. En el video el tema de inicio de Serial Experiments Lain, un señor anime; gracias Ludo por la recomendación. Y en la foto Mila.]

domingo, 8 de abril de 2012

Torukia

Las noticias siempre son desalentadoras. Ahí es donde radica su importancia. Lo que vende es cuan desgraciado es el tipo o la nación que lo sufre. Y no es de hoy día, esto viene desde hace ya bastante tiempo. Y como lo odio. Lo odio más incluso que a mi vida, que a las cucarachas en los hoteles de lujo, a la sangre, a los huevos en el desayuno, lo odio por sobre todas las cosas. Pero al mismo tiempo lo amo. Porque sin él no habría ni hoteles de lujo ni cucarachas, ni sangre, ni huevos en el desayuno. No habría nada, y ahora mismo quizá estaría tres metros bajo tierra en una conversación placentera con hormigas.

Puaj!.

Y - le digo, al tipo de la entrevista - esa es mi opinión sobre el periodismo. Es lo que creo de toda esta maquinaria sangrienta de hacer mentiras. Que más da si es por dinero o por fama, lo importante es que son, somos la expendora de mentiras más rentable jamás creada. Pero y aquí su lado bueno, nos da de comer, además de enseñarnos con absoluta precisión que vivimos en un mundo de mentiras eternas, que no importa cuanto hagamos, un día se va a terminar y nosotros con ellas. Y entonces el tipo dice que me llamarán.


Ahora camino por mercados callejeros asquerosos, llenos de ratas, de basura en las cloacas y un hedor asfixiante de cinco de la mañana. La gente se agolpa frente a los puestos menos sospechosos, aquellos que tienen la insignia de la sanidad ondeando libremente por encima de las carpas y se entregan a un regateo feroz por conseguir alimento mas barato. Me detengo en el preciso momento en el que un niño de diez años, con la mirada en el cielo, quizá hasta en ese banderín blanco de la sanidad extiende una mano que se pierde en el bolsillo de alguien. Y un segundo después con un sólo respiro camina calle abajo, con la cartera llena de monedas de peltre. Sigo caminando, es invierno, pero siento la camiseta mojada, el sudor cayendo bajo la frente y el pesado bolso que se hace cada vez mas pesado. Otra vez me quedo paralizada mientras veo correr a varios agentes de sanidad hacia un tumulto en alguna parte. Los veo empujando, metiendo prisa y golpeando a quien no se mueva, y luego cayendo como una tribu de endemoniados sobre una carpa que no tiene el gran dragón negro símbolo de la sanidad.

Continúo. La gente tiene miedo y yo las entiendo. La última expansión del carbón es ya historia. Es como si el gran temor de la humanidad se hubiera hecho realidad de un día para otro, y luego todos esos controles para evitar la infección por el gorgojo modificado de GenTime. Y nada de eso había funcionado, el gorgojo era imparable, se movía con la habilidad de una gacela y la furia de un dragón. De ahí el símbolo de la sanidad. Y luego cuando el mundo apenas se empezaba a dar cuenta, no existían más árboles, ni arbustos ni casi plantas verdes. Tan sólo algas de mar. La humanidad se murió de hambre y entonces aparecieron las industrias de la nostalgia prometiendo comida, y calorías. Fábricas de calorías. Arroz modificado. El prototipo G-435 que costaba millones de monedas de peltre. Los gobiernos desaparecieron y los paises del mundo se limitaron a existir, controlados por GenTime, AgriGen y ProGen norteamericanas, y luego las mafias niponas y rusas. Y de todo eso nacimos nosotros, de una crisis que los mass-media se encargaron de ocultar hasta que fue demasiado tarde. Ahora vivimos en oscuridad, pendientes del mañana que puede ser más tarde. Pendientes de la roya que muta con temible facilidad.

Finalmente llego al barrio de Amarillos inmigrantes. Cientos y miles de balsas se alinean a orillas del Magré. Todos ellos enlazados por cuerdas que los mantienen a salvo de la corriente y que en verano se balancean peligrosamente por la fuerza del río. En las noches danzan como las antorchas de un ejército que implacables esperan el momento de atacar, y luego muy al frente, en la orilla opuesta, los rascacielos se elevan imponentes. Aunque ahora no sean más que cadáveres de concreto, vacíos y oscuros. Otrora símbolos del poder del carbón que yacen taciturnos bajo el paso de los dirigibles que se mueven hacia el horizonte.
La balsa del Amarillo se aventura en la corriente, el aire golpea su rostro cansado y somnoliento mientras sus brazos reman incansablemente hacia la orilla opuesta. Y con él, una procesión de muchos Amarillos reman la red de transporte del Magré. El hexágono amarillo.

- Llegas tarde - el acento casi extinto Suní me recibe entre la multitud - muy tarde - puntualiza.

Subimos al rickshaw jalado por un hombre inmigrante tailándes que se abre paso por mercados mejor controlados y mejor dispuestos, todos sin excepción ondeando el dragón negro del Ministerio de la Sanidad. El rickshaw recorre las calles a mucha velocidad, pasando de una calle a otra en cuestión de segundos. El tailándes conoce su trabajo mejor que nadie. Los puestos expenden frutas verdes y arbustos curados contra el gorgojo JQ89 de AgriGen pero no son mas que imitaciones genéticas de posibles copias sacadas de libros incompletos de la era de la Expansión del Carbón. Finalmente el tailándes se detiene en una calle y delante de él varias docenas de bocinas de rickshaws exhalan quejas. El tailándes gira y nos mira con elocuencia.

- Caminaremos - me dice. - es un maldito accidente.

Caminamos pasándo docenas de rickshaws atascados en la vía con sus tailándeses quietos y con la mirada fija delante, mientras sus pasajeros se remueven ansiosos en sus asientos. Pasamos por delante de expendedores de amuletos Tai, curanderos Africanos vendiendo huesos humanos y tiendas de videntes con sus llamativas serpientes secas en la puerta. Seguimos pasando por letreros gigantes ofreciéndo estatuas de RayGú Protector contra la Roya Humana GenTime y su última actualización. Pronto me quedo mirando el Buda rojo que me observa desde su estante vidrioso y desgastado. A su lado media docena de figuras Tais de la Pre-Exapansión inmóviles parecen dirigirse al Buda. Seis Peltres - señorita - dice alguien detrás de mío. Un Tai. Gracias le digo con una inclinación, y empiezo a caminar nuevamente. Un Tai aparentemente sano, excepto por las aberturas propias de la Roya Nipón que desfigura la cara y los brazos.

- No te detengas, por ningún motivo.

- ¿Porque no? - respondo casi sin pensar.

- No sabes con que versión de roya te puedes topar aquí. Aunque controlemos la entrada, es imposible saber si algún hacker no haya logrado ocultar la infección en alguna otra parte. Lo lamentarías - dice finalmente Kun-San, mientras me toca el rostro.

Llegamos a una bifurcación, y entonces el camino se vuelve diferente. Las calles estrechas se amplían a increible velocidad. Las casas se tornan diferentes, más sólidas, limpias y grandes. Estamos entrando en la antigua Expansión y la parte menos conocida del reino. Pronto llegamos a casas incluso más grandes y mas espaciosas, con jardines llenos de verdes extensiones de vegetales y flores. Brillantes, nuevas formas de rebosantes jardines Bonsai.

- Vaya sorpresa. Eres muy escurridiza, como esos peces japoneses que tanto te gustan. Y aunque no estoy sorprendido por que finalmente hayas escogido volver, me sigo preguntando que te trajo aquí. Este ya no es lugar para los de tu clase, te fundirían en un abrir y cerrar de ojos. Las ferias de carne... - finaliza.

- Necesito ayuda, Khun Maii.

- Y que clase de ayuda es la que necesita una chica como tú, mecánica y perfecta. Quieres salvarte de la muerte, pero eso no es posible. Nadie puede escapar de ella - la mira aprehensivamente, y el tono de su voz cambia, se hace melodioso y paternal - pero siempre hay una oportunidad. - De repente vuelve el tono neutral de la voz - Además tampoco tengo tanto poder. No puedo hacer nada por ti.

Doy la vuelta, escojo nuevamente el camino rodeado de plantaciones verdes y empiezo a caminar lentamente. Las rosas sin espinos llenan los campos, rojas, blancas y violetas, en perfectas filas en perfectos grupos. Miro alrededor y veo las colinas verdes infinitas. Aún sueño en que todo eso sea verdad, pero no. Los Kahasar construyeron espejos capaces de guardar recuerdos, una especie de memorias magnéticas en vidrio, visuales, como si fuesen enormes proyectores de imágenes que pasaran lentamente. Y eso es lo que son esos inmensos campos. Ilusiones en vidrio.

- Te lo dije. Está arruinado. Además - me mira expresivamente - la roya lo está matando, algúno de esos bichos se coló casualmente en sus pulmones - dice, mirando la ciudad que ya se mueve a fuerza de muelles percutores.

La Roya Humana debió haber sido la evolución de alguna enfermedad, aún hoy, nadie sabe muy bien de donde provino. Quizá ProGen y sus amigos de occidente, quizá las mafias nipónas o rusas. Quizá sólo la naturaleza. Nos sentamos en un balcón que mira hacia el ocaso, hacia el mar que sigue siendo surcado por dirigibles, o por barcos saltadores, impulsados por muelles percutores que tardaron años en ser llenados de suficiente energía para mover transportes. Muelles percutores que usan algas marinas, la única especie verde existente sobre la faz de la tierra, la única capaz de guardar energía. Aún así, el mundo se ha detenido, ya no se mueve tan rápido y lo que pasa más allá del horizonte es demasiado lejano para conocerlo. La era Internet ya no existe, se acabó con el gorgojo y la roya que fueron cada vez más rápidos. La roya que hacía vomitar tus pulmones en pedazos sangrientos.

- ¿En que piensas?

- En el pasado. En las cosas que podríamos haber tenido, y que ahora sólo vienen a mí en sueños. ¿Acaso el futuro no debería ser mejor?. Mi padre adoptivo creía en el futuro, decía que un día nuestras vidas cambiarían, soñaba con las estrellas. Decía que los hombres habían llegado a las estrellas en alguna época anterior a la nuestra. ¿Como es eso posible?.

- No lo sé.

La tarde cae como un manto sangriento sobre Torukia, la ciudad de los sueños perdidos. El último refugio del mundo, libre de los fabricantes de calorías. Y pienso que voy a extrañar estas cosas, aunque no las sienta realmente, porque no soy perfecta.

- Es hora. - me dice, y se levanta.

Me quedo pensando en mi último sueño, pero ya no lo recuerdo tan bien. Una especie de entrevista. Finalmente me levanto y pronto estamos camino hacia los muelles de Torukia, a las orillas del Mar de la Furia. El Tailandés conduce el rickshaw con pastuosa tranquilidad pero tan ligero que parece volar. Empieza a llover también, y las cadenas del dique que protege un lado de Torukia comienzan a rugir enfurecidos debido al viento que sopla desde occidente. Sin embargo son buenos vientos, después de tanto, son buenos vientos.

Hay una multitud en los muelles. Hoy es el día. GenTime y compañia han ganado la guerra, Torukia se ha rendido, y van a abrir el mercado al temible Capitalismo de la Roya. El ejecutivo de AgriGen, el Khun Yankee llegará y con él la terrible desolación se avalanzará sobre la gente, y entonces la esperanza se habrá acabado. Todos moriremos tarde o temprano, solo es cuestión de tiempo.

Khun Yankee.

Disparo.

La cabeza de Khun Yankee vuela en mil pedazos. Y el rostro de Khun Jaii, el ministro de Comercio se descubre estupefacto.

Disparo.

Su cabeza explota en tres partes.

Miro a un lado, mientras el fuego en los diques empieza a arder. La guerra ha empezado otra vez. Algo frío se asoma en mi sien, un disparador sónico, y entonces Kuan-San jala el gatillo. Recuerdo mis sueños, todos ellos, el primer día incluso que tuve vida en aquellas sucias fábricas japonesas, en aquellos vertederos de metal. Recuerdo el sonido de las fundiciones. Recuerdo a mi padre adoptivo, mis hermanos. Recuerdo también sus pulmones sangrientos en sus pies, el último aliento. La oscuridad.

- Lo siento - dice Kun-San mientras enciende un cigarro cerca de mi rostro. Sonríe.

Luego sólo oscuridad.

sábado, 4 de febrero de 2012

Desolation

El diario de Lorena, 25 de abril.

Estoy un poco harta. La tierra no ha dejado de temblar en semanas, y realmente, como todos aquí, me empiezo a preocupar. A veces el refugio no te parece más que una extensión de espacio demasiado corta para tantas personas. No es raro que no podamos dormir sin molestar al otro; claro, con todo ese ruido ahí fuera quien podría. Ya hasta he perdido la cuenta. Quizá haya pasado la friolera de unos cien días, un mes, o hasta un año, en realidad eso, ahora mismo, tampoco es importante. Sólo estoy volviendo a soñar cuando el grupo eran cien y no cinco, cuando no tenía que preocuparme por nadie más que yo misma. Eran buenos tiempos, incluso en medio de toda esta estúpida invasión.

Ni siquiera sé «que» nos ha invadido. Al fin y al cabo el hombre es tan gilipollas que siempre termina cargándose a él mismo, o sea, de invasión nada. Pienso que sólo somos unos primates retardados que nos creímos con el derecho de destruirnos los unos a los otros y ahora por ese pequeño detalle estamos a punto de la extinción. Así es como yo lo resumo, y estoy convencida que no me equivoco.

Al final no estamos siendo lo que se esperaba. A esos retardados no se les ocurrió mejor idea que lanzar sus misiles nucleares. Bonitos juegos artificiales. Jamás he visto tanta destrucción junta.


El diario de Lorena, 30 de Abril.

Es el verano rojo. O eso decia mi padre. La tierra ya no está tan oscura, a veces, en alguna parte de ese cielo gris eterno, un rayo de luz se asoma y todo parece tener esperanza. Hasta que se acaba y te das cuenta, con todo el horror del que eres capaz de expresar, que hemos estado a punto de la extinción. A veces es aterrador, a veces sólo es una sensación de vacío dentro del estómago que parece llevarse todo hacia dentro, como un perfecto agujero negro.

Ya sólo quedamos cuatro. Dali nunca pudo llegar al siguiente refugio. No puedo recordarla muy bien, aunque a veces aún puedo ver esa maldita cosa detrás de la cabeza chupándole las neuronas hasta agotarla. Ni siquiera ha sido esta guerra la que la ha matado. En realidad, creo que todas esas dosis de morfina han terminado por deprimir su sistema nervioso a un nivel que fue incapaz de despertar. Tampoco voy a reprochárselo. Perdió a su familia, en ese estado creo que nadie sería capaz de conciliar el sueño sin el maldito terminal.

Aún no sé porque la gente empezó a conectarse al SARA como si de repente se hubiera descubierto a dios. Todas esas personas empezando su adoración a las terminales. Y todas las religiones volcándose en esa dirección, reescribiendo sus libros sagrados, sus mandamientos, sus creencias, sus idolos. Creo que deje de ver gente en las calles, incluso llegado a un punto en el tiempo ni siquiera la LongTime Corporation parecía poder sobrevivir en contra del SARA. No había sitio para nosotros. Ese era mi problema, yo trabajaba ahí, y un día tuvieron que echarnos a todos.


El diario de Lorena, 5 de Mayo.

Seguimos caminando a oscuras. Todo lo que veo delante es una masa de polvo frío y pegadizo formando una barrera a lo que sea que intente pasar por ella. El aire es denso, irrespirable a ratos, pero todo se ha ido por un tubo cuando a empezado a llover otra vez. Es una suerte que hubiese una cueva donde quedarnos. Quemado por esa lluvia es una de las peores formas de morir que he visto. La piel se termina cayendo en pedazos. Luego te quedas ciego y etc, etc. Creo que no deja de ser más que una macabra expresión de la naturaleza.

Tito me ha vuelto a preguntar hacia donde vamos. Todavia no sé si voy a responderle un día de estos, o simplemente voy a tener que esperar... hasta siempre.



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- ¡Hey! Lorena, tienes que ver esto.

- ¿Qué?

- Ahí mira, en lo alto de esa colina.

- No se ve un ... - digo cerrando un poco los ojos para distinguir lo que sea que Tito haya querido mostrarme. - En serio, no veo nada ahí.

- Te juro que lo he visto, luces, multicolores. - Dice Tito, tratándo de no despegar la vista de encima de la colina.

- Lo has imaginado - termino diciendo.- Ya vete a dormir.

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El diario de Lorena, 13 de Mayo.

Finalmente si han sido una luces. De colores, las mismas del arcoiris. Se ha repetido todo el día con un patrón morse que decía inconfundiblemente Hola. No puedo decir mucho, salvo que tengo un problema en reconocer que tengo un mal presentimiento. Pero y ¿si no?. Y si es lo que hemos estado buscando durante años, sería el fin. Al menos el principio de algo nuevo, quizá peor, pero nuevo.

El diario de Lorena, 16 de Mayo.

Estoy cansada. Hemos llegado a un acuerdo después de tres días caminando sin encontrar señal alguna de las luces. Creo que también me lo he imaginado.

Pero aún no quiero perder la esperanza de encontrar una ciudad.


El diario de Lorena, 17 de Mayo.

Estamos cerca de una colina. Es alta, y ayer para variar ha llovido mucho. No creo que podamos llegar arriba esta noche, así que no queda más que esperar. Por lo menos yo ya no tengo más opciones.

Es curioso como en cierto momento de la vida llegas a un punto de inflexión que no eres capaz de evitar y de repente tu vida empieza a tomar el rumbo equivocado. Y a partir de ese punto, tu vida se vuelve una completa putada, desgracia tras desgracia. Nunca, tampoco, he creído en aquello de «tocar fondo». Es sencillo, eso no existe. Se la inventó alguien que nunca terminó de aceptar que su vida ya no valía nada. Creo que ese «estado mental» es estúpido, es muy optimista, es creer que todo, por mal que este tiene un fin, lo cual en mi lógica opinión es una mierda. La única solución en la que yo siempre creeré es la muerte. ¿Pero quien, en su sano juicio, quiere morir?



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- ¡Mira!, sí, ahí, ¡mira! - Tito alza la mano en un gesto de alegría contenida. - es una ¡ciudad!. Lo hemos logrado.

- Quédate ahí, y no hagas más ruido ¿quieres? - digo, intentando escuchar.- Aún no es...

- Pero ¡que dices!. Es la primera ciudad en meses que veo. Y parece que estan bien, mira ahí, justo ahí ¿es lo que creo que es?. Personas de carne y hueso.

- Dije que cerraras la boca. ¿esta bien? - digo un poco más alto, no me queda más paciencia, debo confesar que también me agrada la idea. - Ahora déjame pensar en como vamos a ir ahí sin que nos descubran.

- Pero ¿te has vuelto loca? - Tito me mira con los ojos muy abiertos. - Es como..., si, si no te alegrara. - dice finalmente.

- Si me alegra. De hecho estoy tan feliz de no tener que cuidar más sus traseros, pero eso aún no ocurre. Maldita sea, Tito, vuelve a tu lugar.

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El diario de Lorena, 19 de Mayo.

Tengo miedo de cometer el error más grande de mi vida. Quizá si fuera sólo mi vida no importaría tanto, pero ahora y durante todos estos meses he estado tratando de que no muera más gente. Tito me cae bien, es de esas personas que nunca en su vida han dicho una groseria y que jamás, bajo ninguna circunstancia, te alzaría la voz. Al resto jamás les he hablado. Supongo que no he tenido la necesidad de socializar. La verdad es que nunca la he tenido, ¿quien podría, estando condenado a trabajar el resto de la eternidad, de hacer algo así?. Es diferente, y depende del lado en que hayas caído; y yo caí en el equivocado.

Estoy perdiendo las ganas de seguir escribiendo este diario. No es sólo cansancio, es algo más. Como una llama incandescente quemando mis terminales nerviosas.

Vamos a seguir caminando. Espero que todo vaya bien.


El diario de Lorena, 26 de Mayo.

Nos hemos acercado mucho a la ciudad. Ha sido un error pero ya no puedo echarme hacia atrás. Desde aquí es posible escuchar la ciudad, es como si no hubiese pasado nada. Pero sigo teniendo mis dudas. Más tarde voy a dar unas vueltas antes de llevar a Tito. Se lo he prometido.

Es tarde, he vuelto de mi pequeño paseo y no he visto nada raro, excepto porque no hay humanos, solo hay mecas, militares todos ellos. No es buena señal; empiezo a entender lo de la invasión. Pero quizá me esté precipitando, quizá sean de los buenos o quizá sólo esten de paso, «limpiando».


El diario de Lorena, 27 de Mayo.

Ya sólo quedamos dos. Tito está herido, quizá tenga el estómago hecho puré, pero si no encuentro algún lugar lo más parecido a un hospital y a un médico, morirá. Fue un error, mi error.

Tengo que encontrar un lugar...


El diario de Lorena, 29 de Mayo.

Tito esta peor, he tenido que parar, es difícil llevarlo a cuestas. Los mecas siguen rastreándonos y no dudo que nos encontrarán tarde o temprano. Son generación cinco. No puedo creer que el gobierno haya autorizado su activación, aunque tampoco me sorprende dada la situación. El mundo debe estar muy mal.

El diario de Lorena, 3 de Junio.

Estamos escondidos en un sótano. Tito está peor, probablemente una hemorragia lo está acabando. No puedo hacer nada.

He conseguido un kit de medicinas. Me he dado vuelta por el edificio y ahi fuera es una maldita cacería. Hace frío.


El diario de Lorena 4 de Junio.

Tito esta muerto. No puedo creerlo, incluso ahí fuera, el era distinto. Era el tipo de humano que no se autodestruye ni arrepiente por lo que hizo. Ni siquiera tenía un terminal en la cabeza. Y ahora está inmóvil, junto a mí, esperando que el tiempo pase y se lo lleve.

Me gustaría llorar. Realmente me gustaría ser capaz de llorar.




Epílogo

Nunca ví cuando la guerra empezó. Sólo escuché esas últimas noticias que decían que desapareceríamos. Ni siquiera tuve tiempo de volver a casa porque cuando la gente empezó a darse cuenta de lo que ocurría ya estaban muertas. A veces es cuestión de suerte. A veces ni siquiera eso.

Este es el décimo mes. No he visto la luz del sol en todo ese tiempo, y creo, según algunos en el refugio que no lo veré en por lo menos veinte años. Es desesperanzador pero real, al menos aparecerá algún día. Hace frío, estamos a veinte bajo cero y la comida empieza a terminarse. Creo que no durara mas de dos meses y ya se está convirtiendo en un problema. Todavia pienso en Lorena; debí haberla llamado a casa una hora antes que todo se fuese al infierno, al menos podría haberle advertido. Pero es tarde, espero que no se haya quedado en casa esperando, creo que no lo hizo.

Me alegra que alguien como ella, sea lo siguiente en la evolución humana. Ya no hay espacio para nosotros, el mundo se ha vuelto demasiado hostil para nuestras débiles proporciones. La naturaleza otra vez nos ha puesto en el lugar correcto. No creo que vayamos a desaparecer del universo, evolucionaremos y viviremos más. Quien sabe, quizá un día seremos capaces de relatar como fue el fin del universo.





[Aunque sea una rara forma de escribir (ya me dirán cuan rara), mas bien de combinación, espero que puedan disfrutar del texto. En el video Yann Tiersen, y en la foto, una de las protas de BladeRunner.]

domingo, 11 de diciembre de 2011

Pink Trash

Bienvenidas una vez más a este domingo de fe donde escogemos el email de la semana. ¿Cómo habéis estado chicas?, espero que bien y desde ya os digo que en esta ocasión os habéis esforzado tanto que os confieso que ha sido la mar de difícil, no por vuestras historias en sí - escribís fatal chicas - sino porque os habéis colocado en el lado equivocado del plato. Y os digo eso porque aún no me cabe en la cabeza que sigáis creyendo en mí, os lo he preguntado millones de veces y vosotras nunca me habéis dado una respuesta satisfactoria. Hasta hoy chicas. Aunque os confieso que ha sido toda una odisea leer el email ganador, creo que por primera vez una de vosotras ha acertado casi completamente; no miento cuando os confieso que no he llorado por poco. ¿Os imagináis cuantas de vosotras vais a llorar en los siguientes diez minutos? Yo os diré cuántas: Ninguna. Porque vosotras no sois el tipo de personas que llora, vosotras sois la evolución de la mujer. Sois ni nada más ni nada menos que las defensoras de vuestras propias cárceles feministas, y todos esos estúpidos preceptos de la dignidad femenina. Vosotras os habéis inventado vuestras propias rejas. Y creo, particularmente, que por eso estáis jodidas hasta la médula.

Vamos, vosotras me conocéis mejor que cualquiera que yo haya visto en persona, y sabéis por ende que no me gustan esas ideas de liberación femenina. Aún no entendéis que eso nunca ha sido importante, que el problema sois vosotras y vuestros supuestos complejos de inferioridad. No necesitáis ese cartel de los días lunes en las marchas feministas de los lunes para dar a conocer que sois perfectamente libres. No os entiendo chicas; todos esos días de vuestras de vidas desperdiciadas en revueltas que, salvo vosotras, a nadie le importa una puta mierda. A ver, ¿qué pretendéis?, que toda la humanidad se dé cuenta que vosotras, mujeres, sois lo mejorcito de la especie o esperáis que se les conceda un día más en el calendario, o soñáis que vuestros maridos, novios, lo que tengan no vuelvan a engañarlas el resto de la vida que les queda juntos. Por favor, habéis cometido el error de vivir en monogamia y luego intentáis echarnos la culpa al resto de vuestras equivocaciones. Es que como os digo siempre, chicas, estáis mal de la cabeza.

Podéis empezar a odiarme si queréis, me da igual. Sois vosotras las que no termináis de darse cuenta que no soy yo, sois vosotras y vuestras fantasías las que las tienen hundidas en el fango. Ahí les hecho el cable, si queréis, y sobre todo si podéis, usarlo para salir de él. Perdonadme chicas, si estoy siendo un poquito gilipollas con vosotras, pero es que me dais una risa que no os cuento cada vez que os veo marchar por las calles. Malditas locas, lo habéis equivocado todo de principio a fin.


Querida Meta,

esto lo estoy escribiendo después de haber llorado durante más de dos horas, y sí, tengo los dos putos ojos hinchados a más no poder, me he terminado además las dos cajas enteras de chocolate; y del pastel de crema no queda más que el recuerdo. Sé por alguna razón que no sé, que este será elegido el email de la semana. Así que lo he escrito para todas, y no sólo para ti, sé que no te importará.
Espero que entiendan lo difícil que resulta ordenar mis ideas y que por extensión puedan perdonar si me voy un poquito de lengua, zorras. No es que te odie, ni las odie así nada más, pero llegados a este punto las odio más que a todas las cosas malas que me han pasado en la vida, ¿quieren saber porque? Como ¿no lo adivinan?

No es sólo la vida la que está jodidamente mal para algunas, es que a veces, dios, Dios, tío como te llames, eres la mar de injusto. Si tu idea de amor y esperanza era esta, déjame decirte que estás peor que cien cabras. O eso o nosotras lo hemos confundido todo de principio a fin. Haber tío buenorro, es que ¿Eva era un tía como yo, de metro cincuenta, trigueña, ojos negros y sin tetas ni culo? Vamos, debes estar mal de la cabeza, te lo digo tío. Mi vecina en cambio metro setenta, rubia, ojos verdes y unas tetas y culo, tío, que ni te cuento. No sé tú, pero yo estoy empezando a creer en otra cosa. Lo siento tío, así es como somos aquí abajo, una jauría de lobos esperando que el vecino se muera o la cague para irnos encima de él a terminar de despellejarlo. Y hoy te ha tocado a ti y mi puta fe que se está yendo corriente abajo. Tampoco es que haya sido muy religiosa, para que mentir, si tú ya lo sabes. Ya no sé si seguir creyendo en toda esa mierda que se habla de ti, y créeme que no es actual, no es moda, tío, te juro que lo sabía desde antes de nacer.
Pero esa no es la idea de este email. La idea en realidad es que me digas, que me digan todas las que ahora están derramando lágrimas por mí, abre paréntesis, gracias chicas, cierra paréntesis, por qué coño no ha llegado aún mi Adán sacrosanto para que me parta el alma en cien mil pedazos. Joder, tengo ya cuarenta años, y el tren se me está pasando a velocidad de crucero y si no hago algo pronto... Entonces tío buenorro alias dios, ¿es injusto o no? Te diré lo que es injusto, injusto es que mi vecina tetas y culo grande, se folle diariamente por lo menos a dos tíos diferentes mientras yo estoy a punto de escoger la prostitución como camino celestial a la gloria eterna. Llamadme superficial y sucia, si quieren, pero a todas ustedes se les cae la baba cuando Pepito polla grande va a follarselas en casa. Quien es más superficial e hipócrita ¿ah?

No quiero entrar en discusiones chicas, lo siento, es que si lo ven desde su punto de vista, sólo soy una más de ustedes. Pero cuantas tienen cuarenta. Ninguna, ven ahora la diferencia de estar sentada ahí leyendo la revista mientras su Adán sacrosanto hace cosas asquerosas con la lengua de la vecina del lado y el hecho que su amiga favorita esté pensando muy seriamente en el suicidio como salida. Si se están preguntando porque narices le estoy hablando a dios, es que no han leído mi penúltima carta (también elegida la mejor de la semana). Revisadla, por favor, ahorradme el follón. Entonces, volviendo contigo tío buenorro alias dios, ¿estoy equivocada cuando digo que la vida es una puta mierda en la que el balance genético está tan mal distribuido que ha sido una suerte para mí no salir peor de lo que ya soy? Sabes que te digo, que a veces me gustaría cambiar mi cerebrito por tetas y culo y belleza sobrenatural. Pero a ti no te gusta que haya sido así ¿no?, claro, ahora debes estar partiéndote de la risa al ver como intento cada día meter mi cuerpo en esos vestidos talla M que nunca me podré poner porque la circunferencia de mi cintura supera esa talla en tres. Sí, lo sé, y sabes qué, te lo perdono, tío, no es contigo con quien debo arreglar cuentas. Es con esta puta sociedad superficial.

¿Desde cuándo ser un poco pasada de tallas es una maldición que nadie te quiere follar? Y aquí es cuando hablo mal de todos sus maridos, pero, créanme cuando les digo que ellos no tienen ni puta culpa de esto. Es que la culpa la tienen ustedes por ser tan superficiales a la hora de elegir. Lo han mecanizado todo, se pasan la vida buscando al galán de televisión que nunca llegará y al final tiene que conformarse con lo más o menos mejor de la especie. Y ahí está el problema, al final me dejan los restos de la comida, y como yo al igual que ustedes soy fan total de los novios cachas y bien portados, soy incapaz de follarme esos restos. Ahora espero que entiendan que mi problema son ustedes. Si no existieran entonces todo sería más fácil. Así de simple. Qué opinas Meta ¿Es todo mentira?

Con cariño, Emma.

P.D: Espero que algún día os deis cuenta de lo ridículas que os veis los lunes.

Meta.


domingo, 6 de noviembre de 2011

Otra Vez Oscuridad

Andrea hizo el aspaviento acordado antes de ver el yate partir hacia la otra orilla. Era muy temprano; las luces de neón en los edificios de las Mass-Tech se movían en espirales formando líneas multicolores. Desde esa orilla opuesta, los edificios del lado se veían como figuras rectangulares cavitadas por luces blancas. Eran cientos de panales de abeja con luces que titilaban formando el hexágono de la Honda Multinational. Los japoneses siempre habían tenido un gusto por las formas un poco obsesivo, creían en los designios de la forma y el saber ancestral. Lejos, en la orilla oeste de la isla, el conglomerado de la Weng Mee Corporation se expandía a nivel del suelo; aunque parecían ser edificios de un sólo piso, todo la Weng Mee estaba enclavada en el mar. Como nadie había podido salir de ahí después de entrar se especulaba que tenía por lo menos cien pisos hacia abajo. Una rareza del género, más aún por las crecientes sospechas de los gobiernos Thais sobre algunas clínicas negras funcionando en los pisos noventa de la Weng Mee.

Una luz la sacó de su ensoñación. La linterna le produjo un escozor en la pupila que se contrajo automáticamente y sintió como el haz de fotones recorría su recién implantado centro fotosensible. Volvió la vista hacia atrás para acomodar el espectro electromagnético y descubrió que otra vez se había averiado. Instintivamente reconoció que esa no había sido una luz blanca normal, sino alguna especie de laser claudicante y aquello la hizo saltar hacia atrás ejecutando un mortal combinado. Tres balas sónicas le pasaron rozando la oreja izquierda. Volvió a saltar, pero esta vez hacia adelante. Saco la Katana, pero le era imposible enfocar, usando un sólo ojo, a quien quiera que le haya disparado. El golpe vino de atrás. El silencioso disparo le había atravesado el abdomen, dejándola con un agujero del tamaño de una pelota pequeña. Se giró dejando la Katana en el suelo, y observó a una mujer hermosa, joven, sonriente, guardando el disparador sónico. El ojo sano se le abrió por la sorpresa cuando descubrió que aquella mujer también tenía una Katana. Dejó de verla y enfocó su vista en el edificio de la Mass-Tech que empezaba a borrarse. Un pequeño transmisor en su cabeza empezó a emitir un sonido dentro de ella. Y luego sólo sintió su cabeza desprendida de su cuerpo. Había sido tan rápido que aún la orden de mover los dedos no había llegado a su destino. Los ojos empezaron a cerrársele. Pronto se puso todo oscuro...

La niña de ojos verdes se sentó en la orilla y contempló el paisaje. Amanecía. Las luces de aquellos panales se oscurecían y el mar que la separaba de su objetivo se teñía de un marrón extraño. Vio aparecer montoncitos de desperdicios flotando y otros chocando contra la orilla. Luego giró hacia un lado y vio la cabeza de la chica muy cerca de la orilla. No sabía quién era aunque le provocaba una enorme curiosidad. Le había gustado de ella el ojo metálico derecho, por alguna razón había sentido la necesidad de usar un láser de pulso electromagnético. Era puro instinto y no se había equivocado. Aquello la había incapacitado mucho. Había sido demasiado fácil dispararle desde muy cerca y aún más cortarle la cabeza. Se puso de pie y acercándose a la cabeza de la chica, le quitó el redondo metálico. Ojos verdes se contemplo en el reflejo plateado. Faltaba muy poco.

Julieta volvió a caminar cerca del hexágono de la Honda Multinational aunque ahora lo hacía lentamente. Aquella madrugada había un ejecutivo de ventas en la puerta del hexágono que la miró de reojo. Con seguridad estaría usando algún tipo de ojo-radioactivo para comprobar que ni ella ni nadie cerca llevaran un arma. Pasó por otra puerta que parecía cerrada pero al acercarse más descubrió que había una rendija lo suficientemente grande para observar dentro. Al ponerse muy cerca, oyó el sonido constante que provenía de alguna máquina. Luego de unos segundos descubrió que aquello era música; después de tanto, lo único que no le habían podido regresar a la normalidad era su nervio auditivo, todavía le costaba mucho trabajo acomodar frecuencias esenciales, y le habían dicho que posiblemente nunca lo lograría. Empujó la puerta y una escalera dirigida verticalmente hacia abajo le dio la bienvenida. Los sonidos disonantes le llegaban en oleadas imposibles de acomodar. Puso un pie en la escalera mientras tocaba con uno de sus finos dedos detrás de la oreja. Pronto el sonido se hizo más claro, empezó a distinguir cada melodía y sonrío al reconocer perfectamente la música. Eran instrumentos electrónicos. Siguió bajando lentamente y pronto se halló envuelta en un mar de luces de neón cortantes, humo y música que le llegaron a acariciar las neuronas. Sintió el sabor de la planta de opio impregnada en las paredes. El calor empezó a molestarla mientras pasaba por el borde del lugar. Podía sentir además del opio, toda clase de sustancias alucinógenas antiguas frotándole la nariz y los pulmones.

Llegó a una puerta trasera, muy en el fondo, donde dos tipos la miraron con curiosidad. Eran Punks. La música era estupendamente divertida. Sentía como si volara. Pronto una chica se le acercó y le tomó de la mano. Julieta apenas la había visto venir y lamentó haber estado tan distraída. Sin embargo, la chica no le hizo nada, sólo la condujo hacia otra puerta, una puerta rosada y adornada con luces de neón verde que iluminaban la piel de serpientes exóticas. La chica no tocó pero un tipo grande, gigante, salió y la miró. Luego se hizo a un lado y Julieta entró con ella. La puerta se cerró y la música desapareció. Julieta sintió como si le bajaran el volumen a un radio intempestivamente. Volvió a tocarse la oreja, y un bip constante le siguió durante muchos minutos. Volvió la vista hacia un escritorio de madera y el enorme sillón morado que mostraba el respaldar. Se fijó pronto en el hombre que acababa de aparecer al girar el mueble. La primera vez le había tenido miedo, un terror único, ahora sólo sentía como el corazón se desbocaba de repente, aunque la sensación últimamente le durara segundos.

Era grande, y los colmillos le sobresalían por los costados de los labios; el pelo lo llevaba como un Punk, crestas y verde. Pero lo más llamativo eran los anillos de sus manos. Julieta la primera vez debió contar por lo menos cincuenta. Ahora ella podría jurar que había más. La luz roja de la oficina tenía un contraste especial con aquel tipo. Pero había algo aún peor, tenía unos ojos vidriosos rojos, que parecían echar fuego. Brillaban extrañamente por el efecto que producía el ventilador en el techo. Julieta se empezaba a extrañar que aquella vez no la hubieran revisado hasta que se dio cuenta que no hacía falta. El vendedor que había visto en el hexágono de la Honda Multinational estaba ahí, quieto y en silencio, parado en una esquina.

Julieta salió de ahí apagando incluso el receptor de sonidos normal. Caminó rodeada de un silencio sepulcral mientras atravesaba como una fantasma las calles adyacentes a los edificios de la Mass-Tech. Vio a los comerciantes de piezas de segunda vender sus cachivaches a los turistas interesados. Vio a un grupo de neo punks saltar por vallas usando sus motocicletas mientras sus mejoras visuales les daban un aspecto muy sofisticado. Vio además que todos la miraban fascinados. Había entendido un mes después esa curiosidad. La llamaban Asynt, un humano sin mejoras tecnológicas. En realidad el sensor auditivo era una operación de medicina convencional. Sólo era un rectificador. Aunque por unos cincuenta mil nuevos yenes hubiera podido conseguir un nervio auditivo sintético, y una operación de diez minutos.

Cruzó el último vértice de la Mass-Tech y se introdujo por un callejón estrecho que le dio salida a otro más pequeño, y luego a otro mediano, y finalmente llegó al corazón del laberíntico sistema de suburbios. Había tantos callejones que todos estaban a un paso de perderse. Julieta en cambio, no se había equivocado jamás. Cruzó por tiendas, recicladoras, otros callejones llenos de Punks y Gothics, más tiendas y más recicladoras, niños jugando con sus nuevos implantes, niñas usando sus nuevos brazos sintéticos, hasta que llegó bajo un edificio oscuro. Lo miró y recordó por que no le gustaba. Esperó el sonido chirriante de la caja metálica, y entrando presionó el botón que decía Up, la subida tardaría dos minutos. Fijó la vista en el techo y vio como los pisos avanzaban hacia ella a velocidad constante, sintió el mareo y cerró los ojos. Muerta, se dijo para sí misma.

La niña de ojos verdes subió al tranvía subacuático y esperó que los motores se encendieran. Lo había visto cruzar el mar como una anguila furiosa en medio de la basura. Ahora ella sería el tranvía. Con calma se acomodó en un asiento al final mientras la gente se alejaba de ella al ver la Katana. Ella no quiso seguir viendo su expresión de miedo, así que cerró los ojos, pensando en lo bien que se había sentido al matar a la chica en la orilla. Metió una mano en el pequeño bolsillo de su diminuto polo y saco el redondo metálico. Lo lanzó al aire y sonrió a la vez que el vehículo se ponía en marcha.

Julieta empezó a juntar los accesorios de su última caja cuando el vendedor que había visto dos veces esa mañana entró por la ventana. No se sobresaltó porque desde que había pasado el vértice azul de las Mass-Tech tenía la sensación de estar siendo seguida por alguien. Había intentado escabullirse en el laberinto pero quien la seguía era especialmente rápido, así que sólo se le había ocurrido esperarlo, y ahí estaba. Pulcro como hacía unas horas y con los mismo lentes negros que le cubrían toda la vista. Al principio Julieta pensó que eran unos lentes, pero luego se percató que estaban impregnados al rostro; por la calidad del implante Julieta pensó que aquel tipo sólo podía ser dos cosas en la vida, y entre ellas no estaba el ser vendedor.

Ella había visto muchos tipos como aquel, pero la mayoría eran impostores. Él era diferente en todo sentido, todo era caro en sus implantes, todo tan sofisticado y bien hecho; pero aún peor era la sensación de muerte que impregnaba al ambiente. Vio lentamente el deslizar de un arma por debajo de sus manos. Julieta se incorporó y lo miró con algo de miedo. Pero el vendedor sólo atinó a acomodarse en un sillón de la habitación con increíble rapidez mientras acariciaba entre sus dedos puntiagudos su arma sónica. Incluso aquel artilugio tenía la firma de la compañía Cobra, y a Julieta no le quedaban más dudas de lo que ese tipo era. Ahora que sabía que era, ella empezó a preguntarse qué quería. Pero no la molesto ni una sola vez, sino que se limitó a observar, primero las paredes y luego el hermoso paisaje que empezaba a oscurecer en la gran ventana de la habitación. El sol se alineaba a lo lejos entre las columnas de humo que subían a la atmósfera desde las fundiciones en el este de la isla; Julieta en cambio se sintió incómoda, pero aquel tipo ni siquiera habló, ni hizo nada.

La niña de ojos verdes cruzó el mar y descendió en la bahía de pescadores. Sintió un aire viciado por los peces contaminados, pero pronto se acostumbró. Vio en ese momento el sol resguardado por las columnas de humo que lo acompañaban en el ocaso. Vio además que las luces de los edificios que ahora tenía frente a ella empezaban a iluminarse. Sonrió cuando el edificio más grande encendió la luz de neón que formaba el nombre de la Mass-Tech. Siguió caminando por la calle que llevaba al vértice azul de los edificios. A su lado el murmullo crecía y se desvanecía. Pero a ella no le importaba, aún con el olor del pescado putrefacto, podía sentir el miedo en su objetivo.

Julieta cayó rendida después de haber dispuesto todo en las cajas, no podía mantenerse más en pie, así que pensó que sería bueno descansar. Cuando entró en el departamento, el vendedor ya no estaba, y el sillón sólo tenía una pequeña arruga. Se deslizó en él, y apenas lo hizo los ojos se le cerraron, aunque se dio cuenta que no podía dormir. Recordó las drogas para dormir e intentó alcanzarlas, pero el frasquito de la mesa estaba vacío. Se extraño porque ella no las tomaba excepto en raras ocasiones, por lo que deberían estar llenas. Volvió a su lugar en el sillón y contempló la brisa que empujaba la cortina. Todo estaba empezando a pasar de nuevo. Había tenido un mes calmado, había encontrado una clínica negra barata donde la habían rehabilitado estupendamente y además estaba empezando a plantearse una vida lejos. Y Chiba le había parecido un buen lugar para empezar, pero sus planes otra vez se estaban desmoronando. Ahora ya no era un lugar seguro. A veces se preguntaba qué pasaría si moría. Entonces se quedó dormida.

La brisa aún golpea las cortinas pero hay un silencio muy raro en el ambiente. Julieta se incorpora y ve que vendedor está en cuclillas fuera viendo la ciudad, inmóvil. El se da la vuelta y la mira inexpresivo. Julieta vuelve a sentir miedo al ver el arma sónica que está lista, ella empieza a hartarse del silencio cuando vendedor pasa a su lado de un salto y la mueve justo a tiempo para evitar la bala dirigida a su cabeza. Pronto todos los muebles y la pared derecha empiezan a ser despedazados por la fuerza de un arma. Vendedor toma otra vez a Julieta y la saca haciendo un agujero en la pared contraria. La niña de ojos verdes salta frágilmente y recarga el disparador sónico; vendedor la mira y por un segundo se queda paralizado pero luego tomando a Julieta desmayada salta al vacío. Ojos verdes sonríe.
Julieta siente como caen por cada piso. Vendedor salta uno y otro con asombrosa velocidad, luego desaparecen entre los callejones estrechos de los suburbios. Ojos verdes aparece por el agujero.

La niña de ojos verdes ha llegado y ha estado a punto de terminar su tarea, pero ese ninja blanco la ha salvado. Por muy poco. Y ahora el ninja blanco huye con el objetivo. Ojos verdes sonríe. Vuelve a la habitación, y ve en el reflejo de un espejo roto la marca roja de la bala sónica en su mejilla. Sonríe otra vez. Me gustan sus ojos.

Julieta despierta pero es incapaz de recordar donde esta, sólo escucha el sonido de una avioneta incrementarse a cada segundo. Ve los asientos de un compartimiento, pero no lo logra, y se vuelve a desmayar.

Ojos verdes va en dirección correcta. Mira la puerta oculta junto a la Honda Multinational y entra. Tiene un encargo extra, un pequeño regalo de parte del señor Anderson. Luego podrá encontrar el objetivo que se aleja volando.

domingo, 30 de octubre de 2011

Road

La vida ha cambiado muy poco. El corazón de Fallot sigue siendo la epidemia más desastrosa de toda la humanidad y si la tendencia continúa, un día se van a tener que terminar los corazones artificiales. Gracias a dios que yo nací normal. Mi corazón sigue siendo fuerte y sano, con ruidos cardíacos normales y esa forma tan peculiar de latir. Es música en su estado más puro, una cadenciosa forma de vivir. El tic-tac incesante del reloj humano. Maravillosa creación de los hombres. Dioses ingratos y destructores de su propio milagro. Decía Alan N. Curtis en «Ensayo sobre Facebook» que los hombres son feladores de sus propios órganos mientras estos mantienen su vitalidad, pero que una vez se enferman empiezan a ver el falo del otro para reírse de él. Un ritual de automutilación del significado de la palabra vida, acotaba. Pero este señor Curtis, estaba loco, que sabía él de la vida.


Mucho.


Conocí a Alan N. Curtis en su primera conferencia, cuando él todavía era un estudiante un poco soso y agilipollado, que vestía camisa manga larga y unas gafas amarillas del universal Xandú. Era excéntrico a millones de años luz, hubiera sido imposible describirlo mejor. Realmente estaba loca para querer saber que tenía que decir ese estudiante universitario, que por lo que a mí respecta, como mucho habría gozado de los placeres carnales de su mano. Pero, que podría hacer, no me pagaban para quejarme. La prostitución de la vida, diría el Alan N. Curtis de esa ocasión, es el trabajo porque está prohibido quejarse de él siguiendo la línea de razonamiento que dice que si no trabajas, no hay dinero, y si no hay dinero, no comes y entonces mueres. Pero ¿porque no deberíamos quejarnos?, decía el joven Curtis, porque quejarse contradice las normas de las personas normales. Esa gente estúpida que desde que tienen diez años viven pensando en el futuro, en los carros, en las casas, en la esposa y los hijos que tendrán. Esa gente que en el futuro trabajará para no morir. Curtis reflexionaba ¿La vida se trata de eso, de aburrirse con la misma mujer (habiendo tantas) y los mismos hijos? ¿No se supone que la finalidad última del hombre de nuestra era y de todas las anteriores es no-morir? Pues no. La finalidad del hombre es la felicidad; si uno llega a ser feliz una sola vez en su vida está hecho, debería sentirse bien consigo mismo, y con su especie. No esas gilipolleces, decía Curtis, de autorrealización, de metas alcanzadas y millones de fotos sonrientes de vacaciones. Como valor eso no vale nada. Entonces ¿donde está la felicidad?

Curtis había leído en esa conferencia un capítulo de su, actualmente, famoso libro: Otra vez oscuridad. Aunque el respetable apenas lo aplaudió, incluyéndome claro, las críticas de la prensa especializada y de referencia fueron demoledoras. Alan N. Curtis era un peligro naciente para la sociedad por que atacaba los cimientos de la convivencia normal de las personas, la moral y las buenas costumbres, lo políticamente correcto y su discurso de apología de la felicidad se basaba en unas cuantas alucinaciones producto de su falta de madurez intelectual. Curtis tenía quince años. Por mi parte escribí una crítica a la altura; naturalmente me despidieron, pero por primera vez no me importó, por fin alguien me había mostrado el verdadero fin de la vida.

Claro que también escribiría el (supuesto) obituario del señor Curtis a sus treinta y tres años, dos años después de publicar Ensayo sobre Facebook. Imaginen el libro más leído, más odiado, más quemado, más premiado, más maldecido, más usado como consolador, pues eso, en resumen, era Ensayo Sobre Facebook. Horas más tarde en mi habitación la voz del joven Curtis aún resonaba en mi cabeza. Había dicho además que uno puede llegar a saber qué tipo es cada persona, cuando luego de una decepción lo primero que hacen es tirarse a las vías del tren. La máxima de la selección natural.

Después de aquello no volví a pisar una universidad. Tomé mis cosas y salí a buscar el significado de la vida, me empeñé en alcanzarla, y por eso nunca más volví a escribir en un medio periodístico especializado; en realidad terminé escribiendo artículos para mujeres en una revista rosa: Cromosoma Z. Básicamente consiste en decirle a TODAS las mujeres que pueden montárselo con cualquier cosa que sea bípeda y tenga un pene. La misoginia invertida y reducida a gritos de mujeres que dicen ser libres y que eso las hace poderosas. Ilusas. Se trata de publicidad, de cuantos consoladores de cabeza atómica se vendan depende mi sueldo, y eso es lo que hago, decirle a las luchadores de los derechos femeninos que pueden meterse in-útero cosas cada vez más grandes sin temor a morir desangradas, que pueden operarse dos canales vaginales y así experimentar, etcétera.

El problema conmigo es que siempre he tenido dieciocho años. Y estoy muy orgullosa de ello, por seguir teniendo todo mis atributos físicos en el lugar correcto mientras Cromosoma Z se alimenta de las desgracias de sus lectoras que nunca tienen suficiente con los dobles canales vaginales ni los consoladores con cabezas de uranio; pienso, le digo a Curtis en mi millón trescientos mil correo electrónico no respondido, que esta es precisamente esa degeneración de la felicidad de la que él habla en el capítulo «Porqué merecemos todos morir». Hay una ligera sospecha natural, escribo, que nos dice que la estamos cagando, pero nadie tiene el valor de decirlo. Estamos completamente equivocados en la dirección, colega. Estoy volviendo a soñar con Laura, Andrea y Adi. Ha pasado tanto tiempo desde que dejaron de aparecer en mis conversaciones del chat. A veces me dan ganas de creer en la resurrección de los muertos. A Laura la extraño más porque nunca le dije adiós, y a pesar del Síndrome de Asperger siento una tristeza profunda y tengo ganas de llorar viendo su fotografía a la derecha de mi escritorio, sus cartas esmeradas escritas con sangre. Hay cosas que no cambian simplemente porque son tú. Más o menos.

No he vuelto a ver a Alan N. Curtis desde la primera vez. Me he pasado año tras año queriendo encontrar asiento en sus conferencias clandestinas desde que lo declararon enemigo público internacional, algo así como el terrorista número uno más buscado. Su cabeza vale oro, quizá oro y algo más. Pero es imposible. Mi vehículo trimotor se mueve por una autopista desvencijada y repleta de campos verdes primero y luego campos secos amarillentos. Es increíble que aún pueda mover mi hermoso trasero después de treinta horas sentada; más increíble aún que siga buscando el camino. La mayoría de gente siempre se echa atrás después de veinticuatro horas, como cuando se casan o están de novios, y algunos «expertos» aún se sorprenden. Dice un pasaje de «Otra vez oscuridad», que la monogamia viene a ser lo mismo que la entropía en el universo, que al final terminaremos acostándonos con el amigo del colega, o con la mujer del amigo del amigo del colega. Ha empezado a llover y la carretera se ha vuelto sinuosa, de tierra y creo que no voy a llegar a ninguna parte. Puto Curtis.

Una bocina de Audi antiguo me revienta los tímpanos. Freno instintivamente y miro por el retrovisor que el Audi ha estado a punto de llevarme de encuentro. Suspiro, maldita sea, de donde rayos a salido. Pongo marcha atrás y dejo vía libre; pienso en lo armonioso del Audi. Mientras mi trimotor es una de esas cosas que no te importaría tirar en la próxima recolección de basura. Una chica asoma la cabeza desde el asiento trasero y me dice que si estoy perdida. Le digo que sí. Dice que se llama Chica Dulzura y que lo mismo que yo, que son cuatro y buscan a un tal Alan. Se ofrece a llevarme y no puedo sino agradecer. El trimotor no se piensa mover un sólo centímetro más en ninguna dirección.

Subo. Es tan extraño que me sorprende reconocer que todos son unos críos. Quizá no tengan más de quince años. Adan, Tab, Dulzura y Ameba. Ameba duerme junto a la puerta trasera derecha y ni siquiera se ha percatado de mi presencia. Dulzura me sonríe, como queriéndome dar confianza. Tab mira por el retrovisor y luego vuelve a ver el camino. Adan conduce. Son todos criaturitas ciberpunk. Viajamos por esa carretera de tierra sinuosa, no ha dejado de llover en horas. Adan y Tab intercambian sus asientos con relativa frecuencia. Tab me mira y creo que está enfadado por algo. Es como si no le cayera bien. Dulzura en cambio es diferente, es como si le cayera muy bien. Más tarde Ameba me dice que Tab está colado por Dulzura de tal modo que todo lo que se acerque a ella pasa inmediatamente a ser el enemigo. Ameba es la chica inteligente, me recuerda a Adi, sabe donde esta cada cosa de ese rompecabezas que no todos pueden armar. Bajito me dice que Adan está colado también por Dulzura pero que no lo dice por miedo a Tab, aunque alguna vez se han besado. Llevan viajando tres días. Ameba vuelve a dormirse y Dulzura sigue pegada a unos de mis pechos. Tab mira demasiado por el espejo retrovisor que me sonrojo. Adan duerme en el asiento delantero. Sigue lloviendo, un relámpago adorna el atardecer y todo vuelve a ser lo mismo por enésima vez.
Nos hemos detenido en algún lugar. Me he quedado dormida y no se por cuánto tiempo. Ameba no está ni Dulzura ni Adan. En cambio Tab sigue viéndome por el retrovisor ya sin ningún reparo aunque no dice nada. Giro la vista y espero. Esos segundos se hacen eternos y me siento atrapada entre Tab y el asiento trasero. Quiero salir pero algo me mantiene atada a ese lugar. Pero no sé si seré capaz de soportarlo por más tiempo. Entonces Tab empieza a llorar bajando la cabeza. No sé qué hacer. Bajo del Audi y empiezo a correr en cualquier dirección. ¿A dónde me ha llevado mi felicidad?

Me detengo en el borde de un precipicio. Los campos verdes se aplanan entre ellos, ahí debajo formando un mar de terciopelo verde inmenso. Me siento y respiro. Aguzo el oído y escucho unos pasos apresurados, me doy vuelta y es Ameba que viene llorando. Me dice que Tab ha hecho algo y está desangrándose. Volvemos. Chico Tab está aún en el asiento con la cabeza apoyada en un ángulo extraño y con las manos cortadas en muchas direcciones. Le tomo el pulso que es débil pero creo que si hago-hacemos algo se salvará. Amarro un trozo de tela por encima del codo y lo comprimo. Tab se mueve. Hago lo mismo en el otro brazo. Lo recostamos, esta frío y sudoroso. Tab no se ha vuelto a mover pero el corazón aún late aunque muy débil. Un milagro de los corazones artificiales. Dulzura y Adan vuelven muy tarde. No lo pueden creer, se miran el uno al otro y sueltan a llorar en silencio.

Estamos otra vez en la carretera, avanzamos por unos campos de girasoles, ha dejado de llover. Tab respira entrecortado y se queja del tubito que tiene en la venas del brazo. Le he quitado ambas compresiones en los brazos, pero parece estar mejor. Dulzura dice que es un tonto, que seguro se ha olvidado de la ley número quinientos-algo que dice que para cortarse hay que tener algún ser vivo al costado en caso de emergencia. Todos ríen incluso Tab que mira a Dulzura en plan súplica. Y ella sólo le sonríe, le da ánimos. Ameba me dice que Curtis (ella lo llama tío monísimo) piensa que la forma más cruel de matar a alguien es dándole esperanzas. Por fin llegamos. Adan estaciona el Audi tras algunas plantas muy altas, en realidad, lo oculta. Caminamos un rato hacia el borde de la colina donde nos hemos detenido. Miro el campo delante y lo primero que distingo es una especie de granja. Y no tardo ni un segundo en reconocerlo. La casa Curtis, el teatro Curtis.

El prólogo del libro de Curtis lo escribió J.M.N, en él relataba que cuando Curtis terminó de dar su primera conferencia internacional cientos de personas solían visitarlo en su granja que más tarde sería conocido como el Gran Teatro Curtis. La gente, en las presentaciones, solía leer pasajes de Ensayo Sobre Facebook y Otra vez Oscuridad, mientras se suicidaban en masa. J.M.N lo calificó como asquerosamente estúpido pero extraordinariamente efectivo. Escribió además que Curtis era una especie de genio, pero que había usado el cerebro en la dirección equivocada, aún así lo consideraba alguien diferente y que eso lo había llevado a escribir el prólogo. Apenas tenía un párrafo.

Me percato que no somos los únicos. Una chica está cerca de nosotros y mira con tristeza como esas máquinas se acercan y alejan como hormigas. Son las diez de la mañana. Tab está mejor, y muy lento dice que hemos llegado muy tarde. Van a destruir la granja. Nos volvemos. Una explosión ensordecedora nos obliga a detenernos. Y luego corremos de vuelta. La chica a nuestro costado tiene un disparo en la cabeza, su mano derecha aún retiene el magnum, sonríe, Ameba dice que si podemos hacer algo, y de pronto de los acantilados caen muchos más como hojas mustias y sus agujeros de bala en la cabeza. Otra explosión y la granja desaparece en una voluta de humo que dura muchos minutos.

Viajamos por otra carretera. Pasamos campos verdes y amarillos hasta que nos detenemos junto a mí trimotor. Subo a él, y por la ventana Dulzura y Tab abrazados me dicen que ha sido un gusto conocerme. Ameba me dice que ya me tiene agregada al Facebook y Adan me sonríe con cariño. Apenas enciendo el auto, un aviso del nuevo portal Facebook me dice que tengo cuatro nuevas invitaciones. Veo desaparecer el Audi en la autopista, y otra vez estoy en camino pensando en mi próximo artículo para Cromosoma Z:

... Lo habéis confundido todo chicas. Os habéis comido el cuento de que la felicidad depende del tamaño y no sabéis como me alegra deciros que estáis completamente equivocadas...




[Antes de todo, gracias por sus buenas vibras con lo de mi columna (ya esta mejor) :), son geniales. Ahí va un relato más, espero lo disfruten tanto como yo lo hice escribiéndolo. :). Para el video una pista que tardé dos años en encontrarla y en la foto Hwang-Mi-Hee.

No olvido además que Bellarte le ha concedido a este blog un premio, y que para servidor y su blog significan un gran reconocimiento :), gracias Bella.

Ando algo corto de tiempo, espero descongestionarlo esta semana, pero ya me paso con calma por sus blogs para leer y comentar, :D]

miércoles, 5 de octubre de 2011

Dispossession

Creo que no puedo aparentar profundidad puesto que mi cuerpo es de una extensión tan pequeña que, señor, usted podría desarmar esta figura diminuta con eso que lleva ahí debajo. Mírelo por el lado humano. Le puedo cobrar si quiero cien millones en dinero y usted quizá, con esa barriga prominente, podría costear eso sin mucho esfuerzo, pero míreme, creo que no querría cargar con la muerte de algo tan simple como yo. Eso es así, es como es, y usted creo que podría pensárselo. Pero creo, que ¡hay!... pero creo que... ¡hay!. Pero creo que no está escuchándome. ¿Sabe donde está ahora su glande?. Se lo diré, va camino a destrozar mi útero, ¿eso le gusta?. Le gusta que le diga cositas mientras intenta partirme con toda esa masa corporal. Aún... ¡hay! no se apure, ha pagado tanto que si fuera posible me tendría aquí cabalgándolo el resto de su desgraciada vida ¡huuumm!. Pero no, a usted, nunca le ha importado que esta noche sea su juguete sexual, soy cara, cuesto mucho, pero a usted... ¡hay!, usted está sólo pensando en la meta. ¿no sabe cual es su meta?. ¡Hay¡. Se lo diré, y no es precisamente ponerle los cuernos a su mujer, no señor, a usted... ¡hay¡, a usted... ¡hay! ¡hummm! a usted no le interesa que la buena de su mujer nos visite en el club tan asiduamente... ¡auchh! para llevarse al nuevo modelo, a alfa romeo. ¿Le digo donde esta el glande?. ¡Me perfora el alma! Creo que seguiré hablándole, creo que ¡auuch!... ¡Oh, señor, no por favor no se detenga! ¡Oh, dios hermoso, que todo lo sabes! ¡no... se... detenga! ¡oh, dios hermoso!. Y SABE CUANTO LE PAGA SU MUJER A ALFA ROMEO, EL DOBLE ¡OH DIOS, NO PARE, NO PARE¡ EL DOBLE, EL DOBLE SEÑOR ¡OH, PODRIA CABALGARLO ETERNAMENTE! ¡OH, DIOS HERMOSO!.

Julieta 2.0 se arregla el cabello, la habitación huele a tabaco caro, el tabaco es caro por excelencia, por necesidad más que por lujo. Ya casi no existe. Cornudo y con barriga está dormido, hace la pera de años que no hace más que eso, dormir. Julieta lo embadurna con algo como el aceite. Malta, la única droga legal que no se vende en ninguna parte legal y que Julieta tiene que comprar cada mañana en un mercado de chinos refugiados. El chino siempre le sonríe, siempre le dice que cualquier cosa él puede conseguirle y a buen precio. Ilegal por supuesto, aclara, pero puede. Julieta lo mira como intentando descubrir que no le está tendiendo una trampa, ahora nadie puede confiar en nadie, menos en un chino.

- No haber mejor calidad.- dice el chino viéndola a los ojos.- puro señorita.
- Puro.- dice Julieta oliéndolo. Duda por que hace tiempo que la planta de malta se ha extinguido. Hackers. Siempre sonó muy lejano pero cuando MassTech empezó a desmoronarse y sus hackers empezaron a desbaratar el mercado agrícola el puto mundo se vino abajo. Plagas en el mismo corazón de las semillas, gorgojos grises que asolaron países enteros.
- Poder probarlo.- Le brillan los ojos, los chinos recuerda Julieta siempre fueron buenos vendiendo cosas falsas. - Semilla correcta.
- Puro.- Vuelve a decir ella, mirando desconfiada el pequeño vegetal verde.- Sin genes alterados.

El chino saca una pequeña navaja y con mucha habilidad corta el vegetal por la parte superior desde donde emana un líquido incoloro. «Buena calidad, muy buena». Julieta lo mira y aspira acercando la nariz. Siente el ardor en los pulmones, y tose despacio, pero es buena señal, una copia barata quizá la hubiera matado. A veces uno no tiene tanta suerte.
Julieta es el tipo de persona que uno quisiera conocer durante su vida, o más bien el resto de tu vida. Algo así como la mujer perfecta para iniciar una vida en monogamia.

- Bue..no.- Ella mira al chino que pone una sonrisa extraña.- llevaré algunos.
- No arrepentirse señorita.- El chino toma de un montoncito especialmente grande muchos malta y los coloca en una bolsa de polietileno barato. - Sun Tzu, vender cosas buenas.

Julieta toma la bolsa y da la vuelta. El mercadito se ha llenado mucho desde que ella llegó. Muchos chinos agitan sus manos atrayendo clientes, otros tienden sus mantas con amuletos, y otros se desaparecen tras las esquinas de las tiendas móviles. Más allá un chino abre la bolsa de un turista despistado y con la misma sutileza vuelve a cerrarla. Se pone delante y le hace un reverencia.

- Dicen que los chinos, mas bien los de aquí son demasiado educados.- El señor Anderson camina en dirección de Julieta, la mira y luego sonríe.
- Señor Anderson. - Ella lo mira con cierta curiosidad.- No sabía que los de su clase se pasearan por lugares como este. - Anderson le toma la mano y se la besa.
- En absoluto.- Dice Anderson mirando con educación por encima de su hombro.- Sólo me preguntaba que hacía usted aquí, y he bajado.
- Llevo «vegetales», señor.- Julieta extiende una sonrisa asombrosamente falsa, pero eficaz.- Para Yalex, señor. Está algo enfermo.
- ¿Así?, no lo sabía, mi gran amigo Yalex siempre hace eco de su estupenda salud, de hecho estoy seguro que lleva todas sus vacunas en regla, y... - Anderson acercando su boca a la oreja de Julieta baja la voz .- puede que ya lleve la última actualización contra el gorgojo rojo. No se la han vendido a nadie excepto a él.
- No lo sé, señor.- Anderson la mira fascinado .- El señor Yalex es un hombre importante, y tiene mucho dinero. Podría comprar lo que quisiera.
- Por supuesto, por supuesto .- Dice Anderson secándose la frente con un pañuelo.- No se me da bien el aire «impuro».

El señor Anderson recuerda Julieta mientras camina hacia el centro de la ciudad, es el dueño de unos de los bancos de sal más grandes de la tierra, y su relación con el señor Yalex es más de amistad que de negocios. Al señor Yalex no le importa demasiado la competencia, su dinero puede comprarlo todo, aunque eso no incluya a Anderson en absoluto. El señor Yalex en privado suele tener una opinión bastante menos educada de él. «Gilipollas» o algo así. Aunque de eso ya hace mucho tiempo. El señor Yalex por alguna razón se ha quedado en un estado similar al coma. De hecho a Julieta la construyeron para que Yalex no se sintiera muy solo, ya que su esposa, como era habitual en ella, se había ido hacía mucho tiempo con Alfa Romeo, el muñeco apuesto de la compañía. Y tanto él como Julieta deberían considerarse lo último eléctrico tecnológicamente hablando. El señor Yalex al destruir MassTech había terminado con la carrera tecnológica tradicional.

A veces el camino se le hacía muy acogedor, a veces sólo era un camino. Julieta pensó que hoy el día estaba más claro que de costumbre. A lo lejos oía el resonar de los bancos de vapor. Alzo la mirada y vio el rascacielos de Yalex sobrepasar a cualquiera. Podría haberlo hecho del tamaño que quisiera pero era innecesario. En esta parte del mundo lo que no era del señor Yalex, no existía. Un globo de vapor cruzaba cerca del rascacielos, aún a los lejos tres aletas lo movían hacia alguna dirección. Hacía tiempo que el petróleo se había terminado. Volvió a oír el chasquido de las fábricas de vapor; recordaba las conversaciones entre Yalex y Anderson: Las fábricas se movían en base a sal. Y el último año había empezado a escasear.

Julieta cruzó un puente con calma y se adentró en otra parte de la ciudad. La manzana dorada estaba justo en frente de ella, y se quedó contemplándola. Sobre la manzana dorada se alzaba el busto de un hombre: Yalex. El señor Yalex tenía mucha suerte, demasiada quizá. Y aún estando peor que muerto, su nombre y su compañía era sumamente poderosas. Julieta reflexionó sobre ello, pero no encontró sentido a su reflexión, siempre le faltaba algo para sentir lo que los hombres como el señor Anderson o el mismo Yalex llamaban filosofar.

Julieta siguió caminando y pronto se vio rodeada por cientos de personas que caminaban presurosas hacia el edificio de Yalex. Siempre tenían prisa o algo, aunque nadie supiera realmente que hacían; era un misterio que todos querían saber y nadie se atrevía a preguntar, pero Julieta una vez más no encontraba sentido alguno a sus preguntas. Estaban vacías completamente. Finalmente llegó a una calle despoblada y caminó hacia el interior. Hacía un leve frío venido del sistema de ventiladores que giraban lentamente. A pesar de la energía racionada, el señor Yalex había conseguido que el gobierno le brindase el cincuenta por ciento de toda la energía del país, y así es como funcionaba el rascacielos. Julieta sigo creyendo que algunas personas tenían demasiada suerte. Se detuvo, estaba frente a una pequeñísima puerta gris, parecía corroída y sin la apariencia de haberse abierto recientemente.

Julieta se encogió de hombros, empezó a sentir una sensación de angustia opresiva que la hizo tumbarse y un vómito transparente le llegó con mucha fuerza desde el interior. Estaba ocurriendo tan súbitamente que no tuvo tiempo de tocar la puerta que se abría con el tacto. Le dolía el abdomen, le daba vueltas la cabeza, quería salir corriendo pero las piernas le habían dejado de funcionar. Sentía un mareo único, ya no vomitaba pero las nauseas eran cada vez peores. A ese ritmo vomitaría uno de sus órganos y adiós todo. Julieta se toma el estómago, algo la retuerce sin duda, algo se mueve con increíble fuerza a través de sus intestinos. Le duele la cabeza. Cierra los ojos en un acto reflejo de supervivencia. Y luego los abre...

Chica Limpieza la mira como si viera cualquier espeso jugo de vomito que nadie quiere ser. La mira sosteniendo el cable del disparador sónico, y sin decirle ninguna palabra se da la vuelta. Julieta siente un dolor más opresivo aún en el pecho, algo que le salta en todas direcciones, como un gorgojo rojo inyectado. Vomita una vez más pero lo hace muy lento. Que raro es morir piensa, es raro pensar en la muerte como algo cercano, como algo cotidiano. Un nuevo dolor le atraviesa el abdomen. Alfa Romeo esta a su lado.

- Julieta 2.0 - dice Romeo saliendo de la puerta - que gran sorpresa. ¿Sabes? a veces me ponía a pensar cuando regresarías. Cuando ibas a cruzar esa puerta y cuando yo, sin siquiera creerlo te iba ver aparecer entre las sombras. Te juro que estoy sorprendido. Pero ¿que es esa mancha roja en tu pecho?. ¿Gorgojos rojos?. Parece que has estado jugando con alguien, y has perdido. Que triste Julieta. Tan bella, tan fuerte. ¿Acaso tu amo no ha compartido su vacuna contigo?. Linda Julieta, bella niña.

Pero no soy nadie para decidir tu destino Julieta, nadie. Creo que si por mí fuera te mataría, pero realmente no quiero hacerlo; te amo. Te amo desde el primer día en la casa del señor Yalex, amo recordar además las flores y el jardín dorado en el que jugabas. Y yo admiraba esa perfección innata en nosotros ¿Como alguien podría creer que no seríamos la siguiente especie?, somos el estrato evolutivo superior, la vida se reduce a la supervivencia, Julieta, y nosotros seremos los supervivientes. ¿Tanto te costaba entenderlo?. Julieta, Julieta. ¿que haré contigo?.

- ¿La mato?

- No, aún no. No tenemos prisa Limpieza, ¿tu si?. Estupendo, la paciencia es una virtud y tu debes cultivarla. Además Julieta morirá pronto, no tienes que mancharte las manos. Ese gorgojo debe estar en su sistema nervioso tratando de desactivar sus procesos neuronales. Le daremos tiempo Limpieza. ¿Tu que opinas?. Claro, eso suena bien ¿no?. Sufrimiento. Una cualidad desconocida del nuevo juguete de la MassTech, pero efectiva...

Julieta despierta, hay algo entre sus ojos y el espacio que la rodea, algo como una tela transparente que no le permite ver muy bien. Le duele la cabeza, pero piensa que si el dolor es tan genuino, es que aún sigue viva. Escucha la voz de Romeo, pero lo oye lejano y apagado. La otra chica se llama Limpieza. Limpieza recuerda, es la chica de los encargos de la MassTech, es la niña que les hace los trabajos sucios. Una profesional. Cree que la ha visto un par de veces en la oficina de Yalex. Y es lo más parecida a un ángel de la muerte. ¿Como es que no está ya muerta?, se pregunta.

En ese instante una luz cegadora le llega de algún lugar, algo ha saltado y hay un quejido. Da la vuelta, Limpieza y Alfa Romeo corren hacia un Giratiempo mientras disparan sus armas sónicas, desde alguna parte un sonido ensordecedor se oye pausadamente, entran en el Giratiempo y desaparecen. Julieta vuelve la vista. Un sonriente Sun Tzu la mira ladeando la cabeza y empuñando algo de metal de donde sale un poco de humo. Pero Julieta antes de decir gracias termina desplomándose, hay una oscuridad oprimente en su cabeza, es la muerte viniendo hacia ella.


Me duele el pecho. Creo que he algo me ha perforado el esternón y me está partiendo en cien pedazos por dentro. Malditos juguetes. Pero extrañamente estoy bien. Estoy en algún lugar un poco iluminado. Hay una lámpara de luz amarilla a lo lejos. El resto es sólo oscuridad. Empiezo a recordar que algo me ha perforado la espalda, Romeo, Limpieza... Otra vez esa dificultad para respirar. Me vuelvo a quedar quieta y respiro tres veces con profundidad. Hay un silencio muy raro porque es como si el tiempo y todo lo demás se estuvieran conteniendo. Intento hablar y descubro que no puedo hacerlo. Un gorjeo ronco es lo único que logro pronunciar. Maldita seas Limpieza, maldita seas.

Sun Tzu está cambiando algo en el jardín. En dos meses apenas he aprendido a caminar nuevamente. Sun Tzu dice que tengo mucha suerte, que el gorgojo era una especie muy débil y ha demorado en entrar a mis sistema nervioso. Quizá una hora más y me hubiera desactivado, pero él ha hecho algo, algo para detener ese pequeño script que empezaba a comerme la memoria, literalmente por supuesto. Dice también que era un «código sin retorno». Mierda, eso sí que es fuerte. Sun Tzu es en general un tipo muy bueno. Es la primera vez que le debo la vida a alguien de verdad. Pero a él creo que no le interesa. A veces cuando no está fuera de este lugar, está arreglando su jardín bonsai. Nunca he llegado donde está él. Mis piernas aún se comportan como una masa gelatinosa incapaz de sostenerme. Hasta hoy no he podido decirle gracias.

«Gorgojo usar fuerza bruta para llegar al cerebro. Él usar nuestros nervios para ingresar. Entrar por cualquier parte y escalar privilegios a cada nivel. Espinal primero, esta parte ser la más fácil sólo usar codificación de 256 bits, la siguiente es el tallo. Gorgojo rojo tener sofisticados scripts actualizables con experiencia. No haber nada capaz de detenerlo. Si él pasar esta parte, morir no es una posibilidad. Cerebro estar codificado en muchos bits, pero ser vulnerable si es atacado por emociones. Ser débil por naturaleza. Sun Tzu cortar conexiones de tallo para salvarla. Mucha suerte»

Sun Tzu en cambio se ha encargado de hacer lo que el llama «re-routing». Dice que es la única manera de que vuelva a caminar, y hablar y soñar. Sun Tzu a veces olvida que soy peor que uno de sus vegetales. No me gustaría morir sin darle las gracias. A veces sólo me quedo helada en medio de la noche escuchando las cigarras del jardín; Sun Tzu cree que traen buena suerte pero lo he visto ahuyentarlos en cuanto ponen una de sus mutantes patas sobre la alfombra. El re-routing consiste en construir las neuroconexiones cerebrales usando vías alternativas, dice que en Chiba, el paraíso pirata informático, una clínica negra puede hacer re-routing en semanas, pero que el no puede volver ahí. Pero el sabe como hacerlo manualmente. Se trata de pensar que haces algo. Dice además que el truco está en reconocer que se hace a cada segundo.

- Concentración es importante. - dice mientras me explica como se levanta un brazo.

Lo difícil es darse cuenta que en un sólo brazo, antebrazo y mano hay más de treinta músculos y también huesos y articulaciones. Y que hay que conocerlos uno a uno para poder enviarles información. Lo difícil dice Sun Tzu es hacer que mi hemisferio temporal sea quien haga todo el trabajo. Estoy agotada. Nunca he podido mover un sólo dedo. Pero él cree que progresamos. Esta es la semana diez y he soñado que mis manos se vuelven a mover. Sun Tzu sonríe, sonrío también por que no es un sueño. Mis dedos se mueven descompasados pero se mueven por fin.

Hoy está lloviendo fuera. Sun Tzu aún no vuelve del mercado. Ya van tres días. Ahora puedo mover los brazos y mis manos son una extraña extensión de mi cuerpo, se mueven automáticamente, pero cuando me lo propongo puedo hacer que paren. El truco es soñarlo y todo empieza a funcionar. Lo de las piernas si es un poco más complicado. Suspiro mientras boca abajo tengo el libro de anatomía francés mostrando las relaciones de la fosa poplítea. El nervio poplíteo y sus ramas, la arteria y vena poplítea. Suspiro por que he vuelto a olvidar el nombre de un músculo. Regreso a las dos páginas anteriores. Es obligatorio recordarlos todos, sin excepción. Sun Tzu me dijo luego de que pudiese controlar mis brazos que el problema era que había olvidado como se llamaba el nervio que iba en la parte ventral del antebrazo. «Mediano, no Medio».

Escucho el sonido el giratiempo, y me arrastro hacia la ventana. Sun Tzu sonríe cuando me ve colgada de la ventana, a lo lejos hace una seña, y lo que veo me llena de alegría. Plantas de opio, por fin, el dolor es horrible, y eso es lo único que funciona. Alguna vez creí que Sun Tzu era un charlatán, pero realmente puede conseguirlo todo. Se acerca y en silencio pone el opio en una pipa que termino inhalando. El cielo está siempre tan cerca después de eso, olvidas todo en una corriente que se lleva los sufrimientos y el dolor es sólo una mancha borrosa en tu mente.

Semana catorce y mis piernas ni siquiera parecen estar vivas. Sun Tzu ha vuelto a desaparecer. Ahora que puedo hablar quiero gritar pero Sun Tzu dice que mis cuerdas vocales están demasiado débiles, que lo mejor será esperar. Lo extraño es que Sun Tzu no ha llevado el giratiempo. Nunca me había fijado en los hermosos que son. Lo más cercano en forma a un giratiempo es una libélula pero ciento de veces más rápida o más lenta. Depende de muchas cosas. Hoy estoy sintiendo un hormigueo en ambas piernas. No sé si eso es bueno o malo, porque ha aparecido después de que Sun Tzu se fuera. Ojalá no sea... muy malo. Después de tanto tiempo, no contemplo la idea de perder mis extremidades. La cocina de Sun Tzu es demasiado sofisticada para una casa como la suya, pero en mi estado agradezco realmente que todo sea automático. Me siento en la mesa de esa cocina y contemplo las fotos... esas fotos de las que nunca me ha hablado. Los samurais se extinguieron hace diez siglos, pero la leyenda dice que evolucionaron, se convirtieron tradicionalmente en asesinos a sueldo. Pero son leyenda. Lo más cercano a un samurai es Limpieza pero creo que no tiene nada que ver.

Vuelvo la cabeza. Sun Tzu llega en un giratiempo mimetizado. Está sudoroso y baja con un salto ágil que nunca lo he visto dar. Entra en la casa y se detiene en la habitación donde debería estar y luego aparece en la cocina. Creo que nadie podría imaginar a una samurai, pero yo lo veo a él y no tengo ninguna duda.

- Ellos habernos encontrado. - Dice presionando una serie de botones en las paredes.- nosotros tener que salir, ahora.

El giratiempo se oye silencioso pero sin duda esta encendido. Sun Tzu regresa a la casa. Veo desde el giratiempo como el rostro se le entristece al pasar por su jardín bonsai. Y sube al giratiempo. Un explosión destroza la casa. Nos elevamos. Tres giratiempos mecánicos aparecen en el horizonte y nos disparan. Soy incapaz de moverme. Sun Tzu es un buen piloto sin duda pero el último disparo ha pasado demasiado cerca. Intento decirle algo pero un gorjeo es lo único que me sale de la garganta. Maldita sea. Nos tambaleamos. Algo ha pasado muy cerca, demasiado cerca. Una alarma suena dentro. Estamos en el punto de mira. Sun Tzu usa el mimetizador y como en una película todo se detiene. Los tres giratiempos giran en todos los sentidos buscando la nave azul que ha desaparecido. Contengo la respiración. Los tres giratiempos dan la vuelta y se marchan. Pero pronto algo nos da de lleno. Siento como caemos dando vueltas. Sun Tzu me grita que no me suelte. Maldita sea, no me quiero morir, no así. Mis piernas se golpean pero el choque ha sido suave. Sun Tzu me toma en sus manos y corre. Escapamos. Tres tipos bajan. Limpieza está ahí, inexpresiva como siempre. Saca su disparador sónico y empieza a correr. Sun Tzu no se detiene. Me deja junto a un pequeño campo verde y suave. Y se da vuelta.

- Correr es esperanza, algunas veces. - Dice y veo como se planta frente a los tres.

Algo han hecho mis piernas, se mueven, ¡un milagro! se mueven, estoy corriendo hacia Sun Tzu pero es tarde. Ha sido tan rápido. Uno de los tipos ha caído muerto con el destello de la katana. El otro se desploma sin brazos. Pero Limpieza ha retrocedido sin mostrar sorpresa alguna.

- Ir a Chiba señorita, buscar Rigor Mortis, el ayudarla.- Me dice con calma.- No preocuparse, Sun Tzu ha recibido su agradecimiento, no tener deudas conmigo.

Limpieza lo mira un poco divertida. Empiezo a correr. Vuelvo la cabeza. Sun Tzu ha dejado la katana en el suelo.

- Hija, tu ser mi hija, Laura. - dice Sun Tzu en dirección a Limpieza - Laura.

La cabeza de Sun Tzu se corta con un tajo limpio por debajo de su nuez. Limpieza no ha cambiado la expresión. Pero se detiene. Ya casi no la veo. El giratiempo mecánico aún está encendido. Le indico la coordenadas, y este se eleva, pasa por encima de Sun Tzu y me desmayo. Lo último que llego a ver es a Limpieza llorando encima de él. Maldita seas, Limpieza, Maldita seas.




[Pues, como algunos ya sabrán, servidor casi se ha desarmado la columna vertebral en un día de descanso, y ha tenido que recurrir a un clínica para que le digan que un día todo se terminará complicando, pero que por ahora puedo seguir haciendo una vida medianamente bien. Eso sí, las dos inyecciones y las pastillas para el dolor sólo han funcionado dos días; particularmente las inyecciones me han hecho ver estrellitas pero han ayudado. Ahí el comentario un poco trágico de estos días. Por otra parte, he alucinado que ya ni les cuento, creo que si no fuera por que todavía puedo escribir, yo me internaba indefinidamente en un ... ya saben. Para el video, un instrumental de una canción que, madre del amor hermoso, no se me despega de la cabeza ni un sólo segundo, la canción original esta buena también pero el instrumental ya se pasa completamente. En la foto, una imagen algo relacionada con la entrada. Ni idea de como se llama la señorita.

Nota 1: Iba a poner el video al inicio, si han llegado hasta aquí y alguna vez quieren repetirlo (digo) quizá les guste leerlo con esa canción de fondo :)
Nota 2: ufff, esta entrada ha sido una de las más díficiles pero tambien una de las más divertidas. Espero que lo disfruten.]