sábado, 4 de febrero de 2012

Desolation

El diario de Lorena, 25 de abril.

Estoy un poco harta. La tierra no ha dejado de temblar en semanas, y realmente, como todos aquí, me empiezo a preocupar. A veces el refugio no te parece más que una extensión de espacio demasiado corta para tantas personas. No es raro que no podamos dormir sin molestar al otro; claro, con todo ese ruido ahí fuera quien podría. Ya hasta he perdido la cuenta. Quizá haya pasado la friolera de unos cien días, un mes, o hasta un año, en realidad eso, ahora mismo, tampoco es importante. Sólo estoy volviendo a soñar cuando el grupo eran cien y no cinco, cuando no tenía que preocuparme por nadie más que yo misma. Eran buenos tiempos, incluso en medio de toda esta estúpida invasión.

Ni siquiera sé «que» nos ha invadido. Al fin y al cabo el hombre es tan gilipollas que siempre termina cargándose a él mismo, o sea, de invasión nada. Pienso que sólo somos unos primates retardados que nos creímos con el derecho de destruirnos los unos a los otros y ahora por ese pequeño detalle estamos a punto de la extinción. Así es como yo lo resumo, y estoy convencida que no me equivoco.

Al final no estamos siendo lo que se esperaba. A esos retardados no se les ocurrió mejor idea que lanzar sus misiles nucleares. Bonitos juegos artificiales. Jamás he visto tanta destrucción junta.


El diario de Lorena, 30 de Abril.

Es el verano rojo. O eso decia mi padre. La tierra ya no está tan oscura, a veces, en alguna parte de ese cielo gris eterno, un rayo de luz se asoma y todo parece tener esperanza. Hasta que se acaba y te das cuenta, con todo el horror del que eres capaz de expresar, que hemos estado a punto de la extinción. A veces es aterrador, a veces sólo es una sensación de vacío dentro del estómago que parece llevarse todo hacia dentro, como un perfecto agujero negro.

Ya sólo quedamos cuatro. Dali nunca pudo llegar al siguiente refugio. No puedo recordarla muy bien, aunque a veces aún puedo ver esa maldita cosa detrás de la cabeza chupándole las neuronas hasta agotarla. Ni siquiera ha sido esta guerra la que la ha matado. En realidad, creo que todas esas dosis de morfina han terminado por deprimir su sistema nervioso a un nivel que fue incapaz de despertar. Tampoco voy a reprochárselo. Perdió a su familia, en ese estado creo que nadie sería capaz de conciliar el sueño sin el maldito terminal.

Aún no sé porque la gente empezó a conectarse al SARA como si de repente se hubiera descubierto a dios. Todas esas personas empezando su adoración a las terminales. Y todas las religiones volcándose en esa dirección, reescribiendo sus libros sagrados, sus mandamientos, sus creencias, sus idolos. Creo que deje de ver gente en las calles, incluso llegado a un punto en el tiempo ni siquiera la LongTime Corporation parecía poder sobrevivir en contra del SARA. No había sitio para nosotros. Ese era mi problema, yo trabajaba ahí, y un día tuvieron que echarnos a todos.


El diario de Lorena, 5 de Mayo.

Seguimos caminando a oscuras. Todo lo que veo delante es una masa de polvo frío y pegadizo formando una barrera a lo que sea que intente pasar por ella. El aire es denso, irrespirable a ratos, pero todo se ha ido por un tubo cuando a empezado a llover otra vez. Es una suerte que hubiese una cueva donde quedarnos. Quemado por esa lluvia es una de las peores formas de morir que he visto. La piel se termina cayendo en pedazos. Luego te quedas ciego y etc, etc. Creo que no deja de ser más que una macabra expresión de la naturaleza.

Tito me ha vuelto a preguntar hacia donde vamos. Todavia no sé si voy a responderle un día de estos, o simplemente voy a tener que esperar... hasta siempre.



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- ¡Hey! Lorena, tienes que ver esto.

- ¿Qué?

- Ahí mira, en lo alto de esa colina.

- No se ve un ... - digo cerrando un poco los ojos para distinguir lo que sea que Tito haya querido mostrarme. - En serio, no veo nada ahí.

- Te juro que lo he visto, luces, multicolores. - Dice Tito, tratándo de no despegar la vista de encima de la colina.

- Lo has imaginado - termino diciendo.- Ya vete a dormir.

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El diario de Lorena, 13 de Mayo.

Finalmente si han sido una luces. De colores, las mismas del arcoiris. Se ha repetido todo el día con un patrón morse que decía inconfundiblemente Hola. No puedo decir mucho, salvo que tengo un problema en reconocer que tengo un mal presentimiento. Pero y ¿si no?. Y si es lo que hemos estado buscando durante años, sería el fin. Al menos el principio de algo nuevo, quizá peor, pero nuevo.

El diario de Lorena, 16 de Mayo.

Estoy cansada. Hemos llegado a un acuerdo después de tres días caminando sin encontrar señal alguna de las luces. Creo que también me lo he imaginado.

Pero aún no quiero perder la esperanza de encontrar una ciudad.


El diario de Lorena, 17 de Mayo.

Estamos cerca de una colina. Es alta, y ayer para variar ha llovido mucho. No creo que podamos llegar arriba esta noche, así que no queda más que esperar. Por lo menos yo ya no tengo más opciones.

Es curioso como en cierto momento de la vida llegas a un punto de inflexión que no eres capaz de evitar y de repente tu vida empieza a tomar el rumbo equivocado. Y a partir de ese punto, tu vida se vuelve una completa putada, desgracia tras desgracia. Nunca, tampoco, he creído en aquello de «tocar fondo». Es sencillo, eso no existe. Se la inventó alguien que nunca terminó de aceptar que su vida ya no valía nada. Creo que ese «estado mental» es estúpido, es muy optimista, es creer que todo, por mal que este tiene un fin, lo cual en mi lógica opinión es una mierda. La única solución en la que yo siempre creeré es la muerte. ¿Pero quien, en su sano juicio, quiere morir?



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- ¡Mira!, sí, ahí, ¡mira! - Tito alza la mano en un gesto de alegría contenida. - es una ¡ciudad!. Lo hemos logrado.

- Quédate ahí, y no hagas más ruido ¿quieres? - digo, intentando escuchar.- Aún no es...

- Pero ¡que dices!. Es la primera ciudad en meses que veo. Y parece que estan bien, mira ahí, justo ahí ¿es lo que creo que es?. Personas de carne y hueso.

- Dije que cerraras la boca. ¿esta bien? - digo un poco más alto, no me queda más paciencia, debo confesar que también me agrada la idea. - Ahora déjame pensar en como vamos a ir ahí sin que nos descubran.

- Pero ¿te has vuelto loca? - Tito me mira con los ojos muy abiertos. - Es como..., si, si no te alegrara. - dice finalmente.

- Si me alegra. De hecho estoy tan feliz de no tener que cuidar más sus traseros, pero eso aún no ocurre. Maldita sea, Tito, vuelve a tu lugar.

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El diario de Lorena, 19 de Mayo.

Tengo miedo de cometer el error más grande de mi vida. Quizá si fuera sólo mi vida no importaría tanto, pero ahora y durante todos estos meses he estado tratando de que no muera más gente. Tito me cae bien, es de esas personas que nunca en su vida han dicho una groseria y que jamás, bajo ninguna circunstancia, te alzaría la voz. Al resto jamás les he hablado. Supongo que no he tenido la necesidad de socializar. La verdad es que nunca la he tenido, ¿quien podría, estando condenado a trabajar el resto de la eternidad, de hacer algo así?. Es diferente, y depende del lado en que hayas caído; y yo caí en el equivocado.

Estoy perdiendo las ganas de seguir escribiendo este diario. No es sólo cansancio, es algo más. Como una llama incandescente quemando mis terminales nerviosas.

Vamos a seguir caminando. Espero que todo vaya bien.


El diario de Lorena, 26 de Mayo.

Nos hemos acercado mucho a la ciudad. Ha sido un error pero ya no puedo echarme hacia atrás. Desde aquí es posible escuchar la ciudad, es como si no hubiese pasado nada. Pero sigo teniendo mis dudas. Más tarde voy a dar unas vueltas antes de llevar a Tito. Se lo he prometido.

Es tarde, he vuelto de mi pequeño paseo y no he visto nada raro, excepto porque no hay humanos, solo hay mecas, militares todos ellos. No es buena señal; empiezo a entender lo de la invasión. Pero quizá me esté precipitando, quizá sean de los buenos o quizá sólo esten de paso, «limpiando».


El diario de Lorena, 27 de Mayo.

Ya sólo quedamos dos. Tito está herido, quizá tenga el estómago hecho puré, pero si no encuentro algún lugar lo más parecido a un hospital y a un médico, morirá. Fue un error, mi error.

Tengo que encontrar un lugar...


El diario de Lorena, 29 de Mayo.

Tito esta peor, he tenido que parar, es difícil llevarlo a cuestas. Los mecas siguen rastreándonos y no dudo que nos encontrarán tarde o temprano. Son generación cinco. No puedo creer que el gobierno haya autorizado su activación, aunque tampoco me sorprende dada la situación. El mundo debe estar muy mal.

El diario de Lorena, 3 de Junio.

Estamos escondidos en un sótano. Tito está peor, probablemente una hemorragia lo está acabando. No puedo hacer nada.

He conseguido un kit de medicinas. Me he dado vuelta por el edificio y ahi fuera es una maldita cacería. Hace frío.


El diario de Lorena 4 de Junio.

Tito esta muerto. No puedo creerlo, incluso ahí fuera, el era distinto. Era el tipo de humano que no se autodestruye ni arrepiente por lo que hizo. Ni siquiera tenía un terminal en la cabeza. Y ahora está inmóvil, junto a mí, esperando que el tiempo pase y se lo lleve.

Me gustaría llorar. Realmente me gustaría ser capaz de llorar.




Epílogo

Nunca ví cuando la guerra empezó. Sólo escuché esas últimas noticias que decían que desapareceríamos. Ni siquiera tuve tiempo de volver a casa porque cuando la gente empezó a darse cuenta de lo que ocurría ya estaban muertas. A veces es cuestión de suerte. A veces ni siquiera eso.

Este es el décimo mes. No he visto la luz del sol en todo ese tiempo, y creo, según algunos en el refugio que no lo veré en por lo menos veinte años. Es desesperanzador pero real, al menos aparecerá algún día. Hace frío, estamos a veinte bajo cero y la comida empieza a terminarse. Creo que no durara mas de dos meses y ya se está convirtiendo en un problema. Todavia pienso en Lorena; debí haberla llamado a casa una hora antes que todo se fuese al infierno, al menos podría haberle advertido. Pero es tarde, espero que no se haya quedado en casa esperando, creo que no lo hizo.

Me alegra que alguien como ella, sea lo siguiente en la evolución humana. Ya no hay espacio para nosotros, el mundo se ha vuelto demasiado hostil para nuestras débiles proporciones. La naturaleza otra vez nos ha puesto en el lugar correcto. No creo que vayamos a desaparecer del universo, evolucionaremos y viviremos más. Quien sabe, quizá un día seremos capaces de relatar como fue el fin del universo.





[Aunque sea una rara forma de escribir (ya me dirán cuan rara), mas bien de combinación, espero que puedan disfrutar del texto. En el video Yann Tiersen, y en la foto, una de las protas de BladeRunner.]

6 comentarios:

  1. esta forma 'rara' de escribir beneficia al relato dandole una estructura mas dinamica y menos lineal. siempre es bueno romper un poco las formas tradicionales y clasicas. un texto convincentemente desolador. un afectuoso abrazo, rafael

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    1. Gracias por seguir leyendo, Ludobit. Un más que acertado comentario. :)

      Un abrazo.

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  2. Me agrada que sea una chica la protagonista, pero dejas mucho suspenso, demasiados, y no puedo imaginar quién diablos escribió el epílogo y conocía tan bien a Lorena. No creo que hagas continuación, en fin me quedaré en las mesmas" con el chisme. Alguna vez me dijeron que dominaba el arte de deprimir, creo que se te está pegando, casi lloro wajajajaja. Suerte Rojo.

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    1. Espero escribir la segunda parte... algún día. Siento lo del suspenso.

      Un abrazo, Bellarte.

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  3. a mi me fascina que dejes cabos sueltos, porque esntonces no me quedamas remedio que reconstruirlo todo. Besos Rafael.

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    1. Soy de la misma idea, los cabos sueltos son un dulce apetecible, aunque a veces sueño con escribir cosas completas.

      Abrazos, Adri... Gracias por seguir leyendo y comentando.

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