viernes, 1 de julio de 2011

Runaway

Me fascina saber que no soy más yo, y que por ese motivo hoy esté caminando hacia el fin de mi vida, ha terminar mi existencia de la manera más solemne posible. Odio los atardeceres. Me recuerdan las tragedias humanas, el fin de la existencia. Los días también mueren. Pero ahora voy tras el horizonte, tras esa luz agonizante antes de la noche, siguiendo la muerte mientras ella, la señora muerte, espera sentada sin prisa en algún lugar del camino.

Se adivinan colinas oscuras muy lejos. Formas que la soledad y la desdicha dibujan. Este es el corredor de la muerte, y en él estamos desde que nacimos. Las luces se confunden con lo artificial del paisaje, siempre me ha gustado llegar aquí, pertenezco a este lugar. Me llamo Elizabeth y hoy es el día de mi ejecución.


Eli tiene 18 años

Hoy hace frío pero papá nos ha despertado muy temprano, nos vamos de campo. He vuelto de la universidad a pasar una semana con ellos, y hoy es el último día. Todo parece normal. En la cocina escucho a mamá prender el reproductor portátil, está escuchando Carmen. Afuera papá ha encendido el auto Ford clásico. Soy hija única aunque siempre quise tener hermanos. Creo que mi habitación sigue siendo demasiado grande para mí sola, es rosa en toda su extensión, una habitación femenina. Carmen se termina y mamá me llama. El desayuno está listo. Aún sigo en el cama, veo el despertador y son apenas las tres de la mañana. Odio los amaneceres. Me visto como puedo y enciendo la lámpara del baño, me echo agua a la cara y el reflejo me devuelve a una mujer blanca, de ojos verdes y muy joven. Parece cansada. Y recuerdo que no me gustan los espejos, los odio. Es una sensación de terrible angustia esperando ser revelada, juzgar por la tapa del libro. Salgo del baño y empiezo a componer las cosas que llevaré, una camiseta, un pantalón corto y repelente. La gorra siempre la tengo en la puerta. Me la pongo y saco la coleta de mi cabello por ella. Dibujo una imagen de mi misma, creo que estoy feliz.


Eli tiene 20 años

Son las tres de la mañana, aún no logro dormir. La cabeza me va a estallar. Duermo en mi departamento cerca de la universidad. Es mi tercer año. A mi lado se infla un bulto, se llama Clare, ayer la han echado de su casa. Dice que se irá en cuanto amanezca. Odia los amaneceres. Prendo la lámpara del lado de mi cama. El cielo está estrellado con figuras amorfas que representan mis demonios personales, una especie de catarsis por medio del arte de esculturas de papel. Me saluda el ángel de la muerte, sin pies y con las alas doradas, es hermoso dentro de todo. Sigo buscando algo pero no lo encuentro y finalmente consigo dormir.

Cinco de la mañana. Clare ya no esta y no ha dejado mucho salvo una nota. Gracias. Me desperezo y vuelvo a quedar tendida en la cama. Dormir dos horas es estupendo si tu perspectiva de vida es morir a los treinta. Llego con dificultad al baño, abro el grifo y salpico agua en mi rostro. No miro el resultado por que nada en mi vida tiene espejos. No los quiero. Amarro mi pelo canela en la coleta acostumbrada y enciendo la ducha. Está fría. Me quito la ropa y veo mi cuerpo. Es liso, fino y sin marcas. Me pongo bajo el agua y doy un saltito. Agua fría, invierno, pero ya no importa. Diez minutos después salgo temblando pero me siento mejor. Mi vida se reduce a una terapia de autodestrucción. Me ayuda a olvidar.

Salgo del edificio y cruzo la calle sin mirar a ninguna parte. Hay un café muy bonito y entro en él. Mucha gente se da vuelta para mirarme, les doy una curiosidad enfermiza pero los ignoro y pronto vuelven a sus charlas. Me siento lejos y junto a una ventana que da a una calle desierta. Unos copos de nieve empiezan a caer. Estoy sola y mi vida se enfría de todas maneras, mi vida resumida en esa ventana y la soledad que proyecta. Tirito hasta que me traen lo de siempre, café y pastel de chocolate. Amo el chocolate de todas las formas posibles. Tomo mi café en silencio mientras miro a unos niños jugar lanzándose nieve. Hay uno que es muy bueno, acierta demasiado. Tiene los ojos verdes y el cabello canela, usa una chaqueta marrón. Desvío la mirada, un pequeño estruendo se ha levantado en el otro extremo del café. Un tipo sangrando de la nariz, los ojos, la boca, la gente va ayudarlo, hay alguien junto a él con la cabeza agachada, como si le buscara los signos vitales, la gente sigue agolpándose sobre la figura que no dice nada. Me emociona la escena. Hay un televisor antiguo sobre una repisa y la gente empieza a mirarlo tanto como al tipo sangrante. La misma escena, un periodista dice que está sucediendo en muchas partes, gente sangrando y gente ayudando. Me emociona verlo, no esperaba que fuera tan pronto. Veo al que estaba ayudando y ya no esta, se ha movido, hay otro tipo en el suelo. La gente empieza a gritar y sale corriendo, un auto se detiene en la calle, hay chirridos de frenos, gritos, llantos, mas gritos. Se desata el caos. Las sirenas de las patrullas pululan en toda la ciudad, me acerco a la ventana, observo. Una mujer de unos cuarenta esta a mi lado temblando, balbucea. La miro y siento pena de repente. Le digo que se quede donde esta pero se asusta y sale. Cruza la calle cuando en ese instante un auto la derriba y se queda tiesa en medio. El tipo huye pero alguien lo derriba muy cerca. Alarmas de autos, siguen los griteríos pero se van alejando de a poco. El niño de ojos verdes y cabello canela esta bajo una mesa. Lo miro, pero no se asusta, me acerco, le tiendo la mano.


Eli tiene 22 y Damian 12

El mundo ha vuelto a la normalidad. Han tardado unos meses pero todo parece vuelto al orden correcto, Damian tiene ahora doce años. Los ojos verdes le están cambiando, se tiñen de rojo cada vez. Todo es un nuevo orden pero sigue existiendo lo de antes. Damian va al colegio todas las mañanas, yo he terminado la universidad y trabajo haciendo esculturas de papel en una galería de arte. Tenemos tostadas rojas y un líquido viscoso en nuestras tazas. No podemos pagar más. Los demonios ahora están en el techo de la pequeña cocina. Abro el refrigerador y veo que aún nos quedan unas cuantas botellas frescas. A Damian no le gusta ir de compras, dice que la gente se vuelve loca si hay alguien con ojos verdes cerca. Pronto le cambiarán los ojos completamente pero aún así tengo miedo, así que antes de llevarlo a la escuela le inyecto tinta en el iris. Luego se va.

Eli tiene 24 y Damian 14

Damian esta muy raro. Nuestra casa se encuentra en una zona alejada de la ciudad, es pequeña pero bonita, hasta tenemos chimenea. Damian ahora no vuelve cada día al atardecer sino cuando tiene hambre, lo he seguido pero es muy rápido. Me da miedo que esté en malos pasos y termine en algún corredor. Esta es la segunda noche que no vuelve, y no logro dormir. Mi auto tampoco esta por que ahora Damian se lo lleva cada vez que puede. Me siento en la cama y tomo un papel. Doblo un par de veces la hoja y una figura, un origami, me brinda un saludo. Lo tiro y voy a la cocina, abro el refrigerador y veo que aún nos quedan cinco botellas. Tomo una y me sirvo un poco. Damian aún no regresa. No puedo negar que estoy encariñada con él, está creciendo fuerte y sano, aunque sus ojos todavía no sean completamente rojos. Mitad de ellos aún conservan esa tonalidad verde. A mi me gustan pero sigo cuidando que sean rojos cada vez que Damian sale. La gente empieza a preocuparse por los alimentos. La otra noche en la casa vecina hubo un tumulto, Damian estaba jugando fuera por lo que he salido. Una escena que no se había visto sino mucho antes. Una niña sangrando en los brazos de su padre. El la lleva mientras de su boca salen hilos de sangre. La calle se llena de curiosos que al ver la escena se excitan, un murmullo crece y el sonido de un moscardón llena el silencio nocturno. Vuelvo a la cocina, sigo pensando en Damian.


Eli tiene 24 y Damian va a cumplir 15

Sus amigos le han preparado una fiesta sorpresa. Hay mucho ruido y los he dejado en la casa mientras salgo con él a comprar, a distraerlo y a regalarle su primer libro de tapa dura. El siempre ha querido tener los suyos desde que ha visto mi pequeña biblioteca. Vamos a comprar Atardecer en Vampiria, el aún no lo sabe, pero es un viejo libro de mi autor preferido. Seguro le encantará. Visitamos tiendas y hago que se pruebe muchas cosas, nos divertimos, comemos helado y cantamos. «Helado, helado, quiero mas helado, me estoy quedando helado de tanto comer helado». Salimos de las galerías y a las ocho empezamos a volver en el carro hacia nuestra casa. Damian pone algo en la radio, dan las noticias, el y yo tenemos una manía con las noticias, nos parecen interesantes. Damos vuelta en la calle hacia nuestra casa y veo que todo esta normal. La sorpresa va camino a funcionar, entramos en la casa, y oh!!!, pero no se encienden las luces. Me extraño, me acerco al interruptor. Muchos cuerpos están regados en el piso, hay sangre muy oscura en las paredes, Damian empieza a revisar los cuerpos y empieza a contar. Doy vuelta a los cuerpos, son sus amigos. Muertos. Damian me mira extrañado. Caminamos sobre los cuerpos y le digo que era una fiesta sorpresa. Veo a Laura y Adi que están inmóviles cerca del refrigerador. La escena es violenta y antes que Damian lo haga, vomito.

Eli tiene 24 y Damian 15

Aún recuerdo las otras casas, las escenas eran idénticas, cuerpos regados por todas partes, violencia. Viajamos a otra ciudad, es una orden del gobierno. Tenemos delante doce mil kilómetros de desierto. Damian duerme acurrucado en el asiento de atrás. A veces dice nombres. A Laura la quería mucho más de lo que ella a él. Es el segundo atardecer. La carretera vacía. Parece como si fuéramos los únicos sobrevivientes. Pero me sigo preguntando ¿sobrevivientes de que?.

Damian lee Atardecer en Vampiria, dice que le gusta, que hay algo que no le deja despegarse. Va en el asiento de atrás comiendo tostadas y tomándose una botella entera de BloodandFire. No me preocupo demasiado por el camino, vuelvo la cabeza para ver el pelo canela enmarañado cayendo sobre uno de los lados del libro. Luego de un rato Damian lo cierra y suspira. Me dice que esta encantado, que nunca encontrará un libro como ese. Se pasa al asiento delantero del Ford y mira el extenso lugar. Parece entusiasmado. No digo nada y pone un disco en su equipo de música, veo la cubierta pero no reconozco el grupo. Me fijo en la carretera. Damian tararea algo y me contagia y le sigo el ritmo, compartimos esa sensación de estar volando. Y luego simplemente reímos.

Damian está dormido, me he detenido en el primer lugar que hemos encontrado, parece una vieja gasolinera. No hay nada útil, la han abandonado hace mucho tiempo. El último calendario data de hace tres años. Tenemos planeado volver a la carretera cuando el sol deje de estar muy arriba, a Damian le hace gracia que nos friamos pero a mí no. Durante la mañana me ha estado contando como apareció en la cafetería y no he podido evitar creerle. Sus padres vivían cerca de ahí, a unas dos manzanas y eran muy buenos. Tenían un auto del año y una casa bonita con muchas habitaciones. Pero ese día Damian había huido de ahí cuando su papá le disparó a su mamá. Le prometió, dice, que haría lo mismo conmigo para que no sufriera. Lo había escuchando y huyó al único lugar que le pareció seguro, a la cafetería. Damian también me ha mostrado una fotografía de sus padres, su madre era una mujer hermosa y su padre un tipo muy amable, aunque Damian no sabía en que trabajaba. Temo preguntarle pero al final lo he hecho, me dice que si vio como su padre le apuntaba en la sien a su madre y luego disparaba. Y entonces corrió. Lo abrazo pero él no llora, sólo balbucea. «Lo entiendo... ahora, lo entiendo».

Ahora no puedo despertarlo. Conozco esa sensación de revivir nuestros demonios, ser atormentado por el pasado, vivir anclado en un mundo que ya no existe más, la soledad de los miedos. En dos días es mi cumpleaños número veinticinco y Damian dice que está preparando una sorpresa para mí.

Eli va a cumplir 25 y Damian tiene 15

Atardecer cuatro. Hemos parado cerca de una colina, una duna de arena y vemos sentados como pasa el tiempo. Damian me dice que le gusta, que es encantador como los colores se funden para mostrar tristeza, le digo que a mi también, pero se que estoy mintiendo. Es mi cumpleaños, Damian me ha dicho que cierre los ojos para mostrarme el regalo que tenía preparado. Lo hago, y el se va al auto, abre el capot y regresa con algo. Me dice que abra los ojos. Y ahí delante en sus manos, un cañón mágnum reluciente me da la bienvenida, me lo alcanza y lo acaricio. He soñado muchas veces con uno. Damian también me entrega unas balas plateadas. Me cuenta que era de su padre, y que él decía que algún día le sería a él útil. Me abraza, y no puedo evitar sentirme triste.

Tomamos nuestra última botella de las provisiones, no se cuando terminará este viaje, la radio sigue sin funcionar y no encontramos como escuchar noticias desde que escapamos. Me preocupa no saber a donde nos dirigimos. Damian regresa al auto y hace el ejercicio diario de buscar frecuencia por frecuencia alguna emisora. Me quedo a observar el atardecer sangriento que sólo me provoca hambre y me recuerda también a mis padres y el día de camping, si tan sólo lo hubieran aceptado, quizá ahora estaríamos todos bien. Damian me llama, dice que hay algo. Bajo corriendo, y apenas alcanzo a escuchar. «... Helsing ha caído, la siguiente ciudad de la resistencia es Vampiria, atención Helsing ha caído...» y se corta. Vampiria está en dirección contraria. Suspiro, Damian me mira y entiendo que aún no es tan mayor como creía. Doy la vuelta y regresamos, a mi lado el cañón mágnum reluce, la tarde muere a nuestras espaldas y Damian vuelve a leer por décima vez Atardecer en Vampiria por J.M.N.

La vida es un camino extenso que lleva a un sólo sitio. Pero tengo esperanzas en él, y quiero seguir. Y seguimos.



[The National otra vez y en la foto Mila Kunis...]

14 comentarios:

  1. Interesante pero tu texto me recuerda a una película ahorita no recuerdo el nombre, pero muy parecida no recuerdo el texto pero el molde.
    Tu texto me parece muy interesante y me gusta los cortes temáticos que haces muy a guión cienematográfico eso me gusta. Así vas encadenando las tramas en cada sección. Leí todo tu texto con cuidado,

    Me da la impresión que seguirá, espero tu siguiente entrda con muchas ganas, un abrazo


    te pongo en mi blogroll y tesigo la ruta :)

    ResponderEliminar
  2. @Mixha: He visto algunas películas de corte apocalíptico, lo más cercano al relato es el Diario de Eli, pero va por otro rumbo creo. Si recuerdas el nombre ya me lo contarás :). Sobre si tiene la estructura de un texto, pues sí, hay una novela sci-fi llamada The Time Traveler's Wife, aunque, también, va por otros rumbos.

    Gracias por tomarte un momento para leer y comentar.

    Seguimos leyéndonos. Un afectuoso saludo.

    ResponderEliminar
  3. muy bien logrados el ambiente desesperanzador y el sentimiento pesismista, genialmente acongojante. saludos.

    ResponderEliminar
  4. @ludobit Agradezco tu comentario. Siempre es un gusto. :)

    Gracias por pasar y leer.

    Un saludo también.

    ResponderEliminar
  5. Rafael me gusto tu comentario en mi espacio, muy certero, besos y espero tu siguiente entrada :)

    ResponderEliminar
  6. @Mixha: Tu relato se lo merece, es muy bueno.

    Gracias por pasar. :)

    Un fuerte abrazo.

    ResponderEliminar
  7. no se, es que no he entendido bien el cuento...

    pero como siempre, un verdadero placer leerte, aunque no entienda :)

    besos!

    ResponderEliminar
  8. @Adriana Supongo que es por lo incompleto que parece, además que esta vez arriesgué un poco el formato. Muy experimental.

    Gracias por pasar, leer y comentar.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  9. Y entonces??? no vas a escribir mas?

    ResponderEliminar
  10. Hola Adriana, creo que iba a empezar disculpándome contigo y con los que aún visitan el blog, pero menuda tontería, no sería suficiente; aún así es necesario: Por lo que, miles de disculpas. Les contaría la razón de que no haya vuelto a escribir pero es mucho rollo, pesadillas continuas, días sin dormir, ansiedad al mil por ciento y otras cosas un poco extrañas. En fin, que todo eso no me ha dejado escribir muy coherentemente que digamos xD, me han salido unas cosas lisérgicas que mejor dejar.

    Gracias por recordar al blog, y sí, creo que tengo algo preparado, al menos para que este mes de agosto no se vaya vacío.

    Un fuerte saludo, y ya me paso por tu blog que tengo bastante por leer ahí, y nuevamente gracias por recordar este blog. :)

    ResponderEliminar
  11. No se si comentar todos los relatos que lea, jii, pero esta muy loco, exactamente lo que me prohibieron leer. Y como me gusta hacer lo contrario. Pues ya va.

    ResponderEliminar
  12. bellarte: Pues ya puestos aquí, lo has hecho.:).

    Vale, siempre haciendo lo contrario ¿he?, me da a mí que estamos en el mismo bando. :D

    ResponderEliminar
  13. Bellarte: Debe haber tantos nombres con C... eso si está difícil. Pero lo descubriré, supongo que unos meses xD. ¿Camila, Carolina, Carol?

    Ammm y sobre tu pregunta, fue la primera que leí: "Ser ella".

    A mí lo que me parece raro raro, es que esta entrada se esté convirtiendo en el chat de silencio rojo jaja.

    Después haré limpieza, pero después... cuando me de un poco más de tiempo. :)

    Abrazos BellaRTE.

    ResponderEliminar