domingo, 26 de junio de 2011

Jeannie Nitro

Jeannie Nitro llora. En silencio. Y soy incapaz de decirle algo, me mira y por un segundo pienso que va a tocar mi hombro y se va a poner a llorar encima de él, pero me sigo equivocando por que J. Nitro llora quieta desde su verde expresión diciéndome algo que no me es posible entender o más bien, que no quiero entender. Nunca la he visto así, como algo sexual, me refiero. Creo que hoy podría cumplir todas mis fantasías mientras sus lágrimas se desperdician. Por un imbécil, dice bajito. Y le creo, ese imbécil podría haber sido yo, por dejar que se embarque en ese viaje de tristeza cuando en general soy yo el que la pasa realmente mal, pero sinceramente no me importa, más bien me gusta, me encanta que haya llegado este día. Ella me ha cambiado la vida, bueno, no precisamente, ha cambiado mi forma de ver la vida. Me esta enseñando que no es importante. Sigo clavado a su lado. Estamos en nuestra clase de inglés, día catorce y hablando de música, del tipo de música, tu artista favorito, todas esos tópicos que la gente normal considera normal. Respiro junto a ella, inmóvil, en dos asientos separados sólo por una estúpida convención de respeto. Que más da. Me duele la entrepierna.

A J. Nitro nunca la vi como simplemente «mujer». De hecho siempre he pensado que lo que ella es, es superior a esa definición, un más allá, una excepción, eso que todos queremos tener. Y la mía, mi J. Nitro, esta llorando en silencio, mojando esa camiseta delgada que pronto besará la gloria eterna e infinita. Mierda. Hablamos de un grupo de música, es la primera vez que el inglés antiguo me parece inútil y no lo entiendo. Quiero entender mas bien por que mis ojos empiezan a pasar en rápida sucesión por sus ojos verdes, sus lágrimas, sus dientes, su pelo y su camiseta. Todo viniendo hacía mí en un orgasmo triste. ¿Acaso existe algo así?. Quizá. Hay pasiones y aficiones potencialmente más repulsivas que tener orgasmos tristes, pero la gente cree que eso o masturbarse o decir polla es repugnante. Sigo sin saber que decir, sigue mirándome. Una lágrima le besa los labios y algo dentro mío explota, siento correr el impacto nervioso desde mi cerebro, recorrer mi espalda, y ¡boom!. Hay algo húmedo corriendo en mi pantalones en dirección a la gravedad. Sigue llorando, me he tomado de un lado de la silla para evitar arquear la espalda. Todo ha sido maravilloso. Ella me mira. Me llama tonto con tanta dulzura que aún no me lo creo, coge mi brazo y luego lo suelta. No pasa nada, dice. Pero sigue mirando al suelo. Quiero adivinar que hay dentro recorriéndola, que hay besando cada neurona en su cerebro. Quiero creer, por primera vez, en la telepatía, en dios, en los milagros de la vida. Quiero ser parte de ella. Quiero que esto no se acabe nunca.

Y se acaba.

Ahora estoy en la oscuridad de mi habitación, sentado en una silla y viendo a ninguna parte. Al fondo, muy lejano, se oye The National. Pienso en J. Nitro, siempre estoy pensando en ella, aunque no quiera. J. Nitro está en todas partes y en ninguna a la vez. Termino, respiro entrecortado, hace tiempo que no necesito porno para masturbarme. Estaba/estoy en un estado de coma profundo, y de pronto apareció ella, sonriendo de lo más normal, llamándome tonto como nunca antes nadie lo había hecho, no lo hubiera permitido. Pero ella se estrechó junto a mí, y sonrió cruzando las piernas, empezando a socavar toda mi personalidad desde el primer día, enseñándome que la maldita vida no tenía que ser tan mala, que ya era así, que en realidad la gente lucha por ser feliz sin saber que mañana, en dos días o en dos años o tarde o temprano se estará tres metros bajo tierra, luchar por nada. Y venía con patines rosas y falda corta. Y entonces deje de caminar para correr a mi departamento barato de último piso y encerrarme en la oscuridad de un baño a aliviar mis erecciones. Tenía problemas. Uno más que importaba. Le perdí el gusto a todo, incluso a la lectura. Ya nada tenía sentido y lo único que cabía en mi cerebro eran drogas, drogas duras, drogas besando cada milímetro de mis neuronas, drogas que duermen, drogas que la mitad del mundo no se atreverían a probar, por que eso es lo políticamente correcto, por que ellos no hacen ese tipo de cosas, por que son normales.

J. Nitro esta otra vez a mi lado, en clases, día 18, huele a alcohol y me toma del hombro, oculta su rostro en él y llora en silencio. No quiero mirarla. Luego pone un dedo sobre mi oreja izquierda, y una de sus piernas toca la mía, alucino. Bukowski era un maestro, ese tío alcohólico, lo sabía todo. Toca mis manos y siento que se clava una y otra vez en mis células, la disfruto, cuento los segundos. Uno, dos, tres, cinco. Ahora mira distraída hacia la clase, recorre con sus ojos a todos y ríe. No puedo evitar sentirme triste, aunque sonría como ella, aunque de pronto nos hayamos olvidado cada uno de la existencia del otro. Pero no es cierto, el tiempo empieza a avanzar a saltos, pronto se marchará y todo será azar, quizá hasta la vea caminar y yo no pueda. Se termina. Siempre he querido decirle que no se vaya, que me gustaría hablar con ella, de cualquier cosa, pero no soy capaz de articular dos palabras juntas viéndola salir con sus patines mientras arquea la espalda para dar vuelta y mirarme. Igual se acaba. Camino por la ciudad, mi ciudad que un día dejo de tener bares a ras del suelo. Odio las escaleras por que desde niño he estado obligado a subir por ellas. Diez pisos. La gente peleaba por vivir cada vez más arriba, era una obsesión, era como eso de quien la tiene más grande. Como si importara. Un amigo decía que no es el tamaño lo que importa, sino el vacío que deja después. Mas o menos así. Ahora ese amigo está en alguna parte. No tengo amigos. Subo una escalera y estoy agitado. Descanso. Subo otra más y veo la puerta de un salón. Un bar, un night club a la antigua. Pulp. El lugar está repleto a pesar de ser extrañamente grande, hay pocas luces, hay secciones... aunque no hay humo. Está prohibido como en todo lugar público. La música es lenta, algo que no entiendo, quizá en inglés antiguo. Veo mesas repletas de adolescentes. Veo chicas en cuero negro, Gothics reales. Veo que todo en ese lugar parece de una normalidad enfermiza y sonrío. Me siento a la barra, siempre he querido hacer eso, sentarme a la barra. Pido agua y giro la silla para ver mejor. Es aquí cuando quiero que el mundo se detenga para siempre. Este es mi mundo. Se termina la canción y la voz de un barítono se alza como un zumbido que nos golpea la frente. Didn't want to be your ghost

Salgo de ahí. Camino cerca de lo que parece ser mi casa y me sorprendo viendo a J. Nitro esperando fuera, con sus patines rosas y su falda corta. Chupa un caramelo y se hace remolinos en el pelo. Está sentada, la reconozco, me acerco y lo primero que creo es que esta noche me he pasado un poco. Pero es ella, en realidad, de carne y hueso. No dice nada, paso junto a ella y me sigue. Siempre me he preguntado que nos traemos, que es eso que evita que hablemos. Pasa, mi cuarto de ese tercer piso es un desastre aunque no haya muchas cosas, un sofá, un equipo de música, una biblioteca pequeña y un baño. J. Nitro se sienta en el sofá y cruza las piernas. Empiezo a preguntarme si es una manía suya o si hace eso para llamar la atención. Finalmente lo olvido.

- Eres un tonto encantador - dice disfrutando el caramelo y aun en la tenue oscuridad veo que está llorando. - ¿Crees que soy tonta? - No digo nada. - Eres muy bueno.

Pongo The National y se queda dormida. Despierto, todo es de un color gris y lo primero que hago es ver el sofá, y ahí está. Le veo los pies blancos y perfectos que se mueven al compás de su cuerpo. Veo que el pelo se le ha hecho un remolino y que todo es real. Se mueve, murmura, The National por n-ésima vez. Apenas ha pasado una hora. Sigo tumbado en un rincón de la habitación.

- No se que decir - digo, escuchamos Conversation 16.
- Mejor - dice, se sienta en el sofá, y cruza las piernas.- No eres tonto. - Me siento apoyando la espalda en la pared. - Pero es obvio que no tienes dinero.
- ¿Eso importa? - empiezo a temblar, hace frío. - El tener «algo», me refiero.
- No. - Nos miramos.- Cuando te vayas, quien esta arriba no medirá por la cantidad de cosas que tengas aquí.
Sonrío.
- ¿Crees en dios?
- No. - Mira hacia la ventana, hacia los libros. - Eso me contaba mi madre, decía que no debería creer nunca en eso.
- Mi madre decía que sería un tonto.
- ¿Es el tipo alcohólico? - dice sin hacer caso de mi respuesta, indicando la biblioteca. - Me encanta de la forma incorrecta, como un amor platónico.- aclara.
- Amo tus ojos.
- Ya - dice y se queda callada.

Luego la miro simplemente, como si temiera verla desaparecer si dejo de hacerlo. Finalmente ella se levanta y se va. Escucho el sonido de la puerta en el piso de abajo. Todo se ha terminado. Me empiezo a dormir otra vez cuando escucho ese grito ahogado. Miro por la ventana y Jeannie esta tirada en el piso, inmóvil. Miro hacia ambos lados y la calle es un desierto absoluto. Veo gente sacando la cabeza por la ventana, veo sus caras e imagino la mía. Me pongo los zapatos y bajo corriendo. Mientras me acerco reduzco el paso, veo que está tiesa y lleva el cabello a un lado, aún esta hermosa pero probablemente muerta. Algo me impulsa a creer que está muerta. Se acerca un vecino, un viejo amigo de mis padres y me mira sin entenderlo. Hago un gesto diciéndole que yo tampoco. Alguien ha llamado a la policía, la sirena se escucha cada vez más cerca. Estoy arrodillado junto a ella, veo sus ojos verdes y las lágrimas que le humedecen la cara. Ojos verdes-sapo, ojos verdes-grass, ojos verdes. Levanto su cabeza y la pongo sobre mi pecho, está fría.

Un policía me separa de ella. Me dice que no hay problema, que no me preocupe, que todo estará bien. Regreso a mi habitación y me quedo sentado pensando, tomándome la cabeza, arrepentido de nada, escucho Anyone's Ghost, el tiempo no pasa.

Me quedo dormido. Despierto tarde, afuera siempre es oscuro. Ahora camino a ninguna parte, perdido en mis ideas, tratando de olvidar lo que no puedo. Creo que no tiene sentido. Entro a clases finalmente y me siento. No me percato del resto, el mundo debería acabarse, evitaríamos tanto sufrimiento. Una mano me acaricia el hombro, un dedo me toca el oído, ojos verdes.

- Tonto .- me dice - sólo han sido las baterías. Estoy bien.


[Pues, que digo, tres relatos inacabados regados en el piso, y este el único que podía leerse. J. Nitro, al menos en mi mundo, tiene contraparte real, todo lo demás es ficción. Para el video la canción que me ha ayudado a pasar dos noches seguidas... ]

6 comentarios:

  1. imposible no enamorarse de jeannie. saludos fraternos

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  2. @ludobit Mas que enamorarse, separarse diría yo. La dependencia es peor que la droga.

    Un gran saludo.

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  3. maravilloso, adorable, perfecto, fantástico!

    que mas?

    :D

    a mi como que me cambiaron mis pilas tambien! jaja

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  4. @Adriana Jaja, ojalá fuera cuestión de baterías lo de nuestros estados de ánimo, sería un poco más sencillo.

    Es genial saber que sigues mejorando :)

    Un fuerte abrazo.

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  5. Nitro? Como el nitro nitro?, jii sigo leyendo. Son apenas las ocho cincuenta. Es temprano.

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  6. bellarte: La verdad es que no sería la primera vez que también me hago esa pregunta y no me la sé responder a mi mismo. :P

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